Capítulo 9

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La peor versión de mí.

Al día siguiente...

Giotto.

Todos tenemos días buenos y no tan buenos. Durante el tiempo que he estado en la empresa, me hice enemigo de toda su directiva. A ninguno le gusta mi manera excepcional de trabajar. Soy implacable y mordaz.

Simplemente no me gustan los errores.

Mis empleados son unas pequeñas lucecitas que quieren encender bajo mi imponente sol y maravilloso esplendor. Con esto quiero decir que me cabrea la incompetencia de la clínica en la que está la reina de Narnia. Son lentos, tienen poco tacto y tuvieron las santas agallas de prohibirme la entrada, otra vez.

No a cualquier mortal.

A mí.

A Giotto Marchetti.

Estaba en la sala de espera como si eso fuera un procedimiento legal, cosa que me parece inhumano más bien. A una persona como yo no la pueden hacer esperar. El pasillo donde ella me encontraba estaba repleto de seguridad, pero ayer yo fui más inteligente y pasé. Le prometí que la vería hoy y realmente soy un hombre de palabra. Mis tíos me enseñaron mis deberes de caballero y lo impresionante que es tener modales.

—Te dije que no vinieras más, Giotto —la voz de mi padre, me saca de mi perfecto monólogo—. Igualmente a ti no te importa lo que suceda aquí. Vete.

Si me importa.

—Tengo dolor en un testículo y vine para que me lo revisaran —me levanto de la silla fingiendo incomodidad—. Debo pasar por ese pasillo porque ahí se encuentra la sala de testículos.

Nueva departamento desbloqueada.

—Giotto, no estoy para tus juegos. Vete antes de que te mande a sacar —su voz es de advertencia.

Sonrío al verlo cabreado.

—Tengo dolor en el testículo, no soy un Bambino, Donato —empiezo a caminar para intentar ingresar al pasillo.

—No entras —me detiene—. Eres una decepción como hijo. Solo márchate y ve a ponerte más tinta en el cuerpo que para eso y ser odiado por todos en la compañía de Aleksandr y Ryan, estás hecho.

—Si entro —me suelto—, pero tú no me tocas más —suspiro—. Solo tengo una pregunta, viejo. ¿Qué se supone quieres de mí, Donato? Soy responsable, honesto y extremadamente bueno en lo que hago. ¿Cuál es la decepción que tiene ahora mismo?

—Qué no te preocupes por nadie. No ves más allá de tus narices. No piensas en nadie más que tú y mi decepción como tu padre es que me maté trabajando para darte una buena educación y lo menos que tienes tú son modales —suelta con rabia.

Sonrío, pero me dolió cada palabra.

—Yo no te pedí que me dieras nada. De hecho, yo no te pedí nacer —respondo. Sus ojos se abren con sorpresa y puedo jurar que le dolió.

Soy un bastardo que le gusta hacer sufrir a la gente cuando se siente herido.

—¡Giotto! —escucho la voz de Arya—. ¡¿Qué te pasa?!

—Donato empezó y yo solo me defendí —veo salir de la habitación a la reina de Narnia, con la ayuda de Jasper—. Entonces también sobro ahí.

—No tienes el derecho de hablarle así a Donato. Fue quien te crió, te amó y estuvo para ti desde siempre. Tu papá, Lauren y yo hicimos hasta lo imposible por verte feliz. Te dimos amor y estoy demasiado segura que te malcriamos más de lo que debíamos —escucho todo lo que me dice, pero solo veo cómo ellos se acercan a nosotros—. Te tatuaste el 98 porciento de tu cuerpo, tratas mal a la directiva de la empresa, tu personalidad y ego están causando problemas en nuestra vida diaria.

El EmpresarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora