Capítulo VI

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13 días después...

Ella sigue sin despertar.

¿Hasta cuándo es esta agonía? ¿Por qué debo seguir viéndola con sus hermosos ojos cerrados? ¿Cuántas noches más debo seguirle explicando a Mateo que su madre sigue cansada?

Tengo tantas preguntas y nadie sabe nada. Los médicos no encuentran ninguna razón para que ella siga durmiendo. No hay daño cerebral ni tiene padecimiento en su salud.

Entonces, ¿Por qué sigue sin abrir sus ojos?

Estoy muriendo en vida diariamente y reviviendo a cada hora. Muero por Alexia y revivo por Mateo. En las noches no duermo cuidándola y salgo muy temprano en la mañana para que sus padres no me vean. Sus padres me han prohibido la entrada a la habitación de Alexia, y por ser reyes, bueno, los obedecen en este hospital.

Dejarla sola no puedo. No sabía que doloroso sería tenerla cerca y a la vez tan lejos.

Una vez más, y como de costumbre, paso por el piso donde ella se encuentra para hacer enojar a sus padres, solo que esta vez pasé por el largo pasillo bajo la mirada de ellos, para ir a la habitación de Luk.

—Yerba mala nunca muere, Luk —digo, entrando a su habitación—. ¿Cómo te sientes hoy?

Señala a Antonella y unas revistas.

—Vino a hablarme de la importancia de comer saludable —responde Luk.

—Si él fuera más obediente en cuanto a sus comidas, ya estaría fuera del hospital —lo mira molesta, Luk y yo nos reímos—. Le diré a papá que lo chequee. Tío Ryan está perdiendo cualidades curativas.

Luk suelta una carcajada haciéndola enojar más.

—Yo estoy completamente bien, pero por órdenes de tu hermano mayor, me estoy quedando aquí y así él pueda ver a Alexia —tomo asiento en la cama al ver que Antonella nos mira con indignación.

—¿Entonces me preocupé por nada? —Luk asiente—. ¿Sabes la situación que estaba viviendo porque tú te estabas muriendo? —sus ojos se cristalizan—. Odio cuando se ponen en ese plan y me dejan por fuera. Siempre hacen lo mismo —le da una mirada fulminante a Luk—. ¡Te odio y juro por tu estúpida vida que no te volveré a hablar!

—Anto...

—¡A ti también te odio y no volveré a hablarte! —se levanta de la silla y sale molesta de la habitación.

—Es igual que la tía Arya —se queja, pero no aparta la mirada de la puerta abierta—. No tuvo la delicadeza de cerrar la puerta cuando salió. Ahora todos verán a una persona enferma y guapa.

—Bueno, es hija de mi madre. Así de explosiva es —me levanto y cierro la puerta—. Seguimos siendo guapos aun cuando estamos jodidos —nos echamos a reír—, pero si te dije que le dijéramos a Antonella los planes. Ella se preocupa por nosotros sinceramente.

Veo el rostro de Luk y luce preocupado, vuelvo a tomar asiento en la cama, pero su vista no se aparta de la puerta.

¿Con qué las cosas son así?

—Lo sé, pero tú mejor que nadie sabe que Antonella nos manda a la mierda rápidamente cuando no le gusta lo que hacemos —frunce el ceño—. Sinceramente, no creí que reaccionaria de esa manera. Se supone que ella nos conoce y sabe perfectamente como somos.

Sonrío porque al parecer no se ha dado cuenta de nada.

—Antonella es impredecible, hermano —admito—, pero si quieres vuelves a verme —rápidamente dirige la vista hacia mí—. Hablaré con ella, tranquilo.

El EmpresarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora