EL FAVORITO.

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Loki quería evitar la insoportable inspección diaria, pero no tenía muchas opciones. Thor llegaba y lo revisaba como ganado o como un mueble fino. Era muy humillante, asi que se preparaba mentalmente para soportar. Además, siempre que pudiera tener frente a frente a su opresor, al hijo de Odín, y mostrarle su desprecio, sería un pequeño triunfo que le daría valor para esperar el momento de su revancha final.

-Tus heridas han sanado casi por completo- dijo el Asgardiano, dejando descubierta la espalda del Jöttun, dando un fuerte tirón a la tela blanca de su túnica- Y no te dejarán marcas...

-Lamentas que los golpes infames de tu mano, no me dejaran cicatrices... no podrás decir que dejaste tu huella en el cuerpo de Loki Laufeyson, cuando, el día de mañana, yo sea libre.

-Existe más de una forma de dejar una huella sobre ti, y no querrás descubrirla...- exclamó entonces el rubio, atenazando el brazo derecho de Loki, hundiendo los dedos como garras de acero, formando un halo blanco alrededor, y provocando dolor intenso- Arrodíllate...

-No voy a hacer eso...- declaró Loki, enarcando la ceja con altivez.

-Por supuesto que lo harás- replicó el otro, apretando tan fuerte que terminó logrando que Loki se pusiera sobre las rodillas- Tú simplemente obedeces, sin abrir la boca ¿Lo ves qué sencillo? Con tu voluntad o sin ella, aprenderás que mi palabra es tu ley, tu dueño soy yo... olvídate de tu vida pasada, se fue... ya no existe... ahora eres mío, y haces lo que yo quiero...

Loki era un gigante de hielo, su fuerza natural era notable, así como su inteligencia y su don para ejercer la magia... pero aquel asgardiano, más alto, más musculoso y sobre todo, tan seguro de si mismo, el Dios del Trueno, era más fuerte que él... todos sus poderes, nulificados con los brazaletes que no podría arrancarse a menos que se cortara las manos y los pies, lo ponían en desventaja...

-Si no tuviera cadenas de restricción... no me obligarías... no podrías... no tienes honor al someterme por la fuerza...- susurró, dominando un par de lágrimas que bailaban en sus ojos de fuego- Eres un cobarde...

Al escucharlo,  Thor lo soltó con brusquedad, arrojándolo al suelo, arrugó el ceño y mostró los dientes apretados,  en un gesto de ferocidad muy propio de los guerreros Aesir.

-Tienes una lengua aguda, molesta... venenosa... pero tu provocación no me hará caer. En tu posición, no tienes derecho de opinar... no tienes ningún derecho.

-¿Entonces por qué no me envías con los sirvientes? ¿Acaso no cumplirás tu amenaza? ¡Soy tu esclavo, trátame como uno de esos miserables! Que mis manos hagan trabajos forzados, que mi cuerpo duela de picar piedra y cuidar establos...

-Me gusta tu orgullo, Loki... otro en tu lugar, besaría mis botas por los privilegios que yo te doy y a los que no tomas importancia. Te retengo porque me da la gana, te exhibo para mi diversión y  no te llevo a la cama porque eres un Príncipe, no una ramera, aunque te comportes como una. No trato a mi servidumbre con esa idea de la esclavitud propia de tu raza, solo te trato a ti como mejor me convenga...

Y esa misma tarde, Loki fue ubicado dentro de la alcoba del heredero de Asgard, como un objeto de adorno. Una barrera de energía lo separaba de la puerta y de la cama amplia y voluptuosa de Thor, toda llena de pieles y almohadones, toda desordenada con los restos de las orgías y excesos que noche a noche sólo había escuchado tras los muros de su cuarto. Ahora tenía un espacio notablemente reducido para moverse, tenía una cama, una mesita y una jarra con agua, varios libros en el suelo y un armario pequeño con un guardarropa escaso.

-Dice que no tiene esclavos y yo, creo que soy una mascota para este bruto...- se quejó, cuando la dama Engla entró con una charola con la cena- ¿Y si necesito usar... ya sabe... El privado? No soy un incivilizado...

EN DEFENSA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora