TUS MANOS HECHICERAS.

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Loki abrió la puerta y se quedó al lado de Thor, obedeciendo la orden de su dueño. Entonces,  Lady Sif entró, con la mirada serena y el paso firme, sin decir palabra, dejó sobre la mesa un valioso anillo de uru y diamantes, luego sonrió y se plantó frente al rubio, esperando que le dirigiera algunas palabras.

-Supongo que esto significa que devuelves mi promesa de matrimonio- murmuró, con voz grave y sombría, clavando su mirada de zafiro en la joya- Nada vale para ti el amor que puse en tus manos, ni tampoco mi palabra de que solucionaremos los problemas...

-Te equivocas, Thor Odinson... mi amor por ti es tan verdadero, que por eso estoy dándote la cara, tratando de explicarte por qué tomé mis decisiones... y sí, con tu anillo devuelvo tu palabra, la que valoro porque es la palabra de un hombre bueno.

-Un hombre que no puede todavía sacudirse las imposiciones del Padre de Todo y por eso, pierdo a la mujer que amo...

-No te  atormentes, Thor, los dos sabemos que esto es lo mejor... tienes mi completa lealtad, y mi respeto. Pero es mejor que busques la felicidad donde tu padre te ordena y de la forma en que tu padre te ordena, acepto que hiciste todo lo posible por nuestra relación, creo firmemente que por cumplir tu promesa pondrías en riesgo tu futuro como heredero de Asgard... y yo no puedo llevar sobre  mis  hombros toda esa culpa, que quizá,  me reprocharías en el futuro, por eso  mis ojos volvieron a otro destino, acepté las proposiciones de otro guerrero, digno, y sobre todo, libre... sé  feliz, querido Thor,  y yo intentaré ser feliz sin ti... cuídate mucho.

Sif se retiró y Thor hizo un ademán para detenerla, arrepintiéndose en el último instante. Quizá una lágrima deseaba resbalar por la tostada mejilla, quizá un grito hubiera detenido a la escudera y la historia sería diferente... pero prefirió quedarse callado.

-No te duele tanto su separación, como el saber que ella tiene la razón... ¿No es así?- preguntó Loki, mientras servía una copa pequeña con licor de las barricas de Gronhill, un licor fuerte, añejado mil años,  y se lo ofreció al rubio.- Si tú quieres, voy tras ella y la convenzo de luchar por su amor... El amor siempre vale la pena.

-Guarda  tus comentarios venenosos... de verdad no tengo paciencia...

-No caería yo tan bajo burlándome de tu infortunio. También yo he sido abandonado, casi en el altar... El maravilloso prometido, que me enviaba regalos y notas donde juraba su impaciencia por conocerme... jamás se presentó... faltó a la cita en la que formalizaríamos nuestro  compromiso, y nunca más supe de él...

-Olvidaba que perteneces a la realeza...- murmuró Thor, tomando la copa y mirando fijamente al Jöttun- y resulta que también tú fuiste vendido... usado... los hijos de las coronas más poderosas del Yggdrasil son esclavos de los caprichos de sus propios padres.

Thor rellenó su vaso y sirvió una segunda copa, la que extendió hacia el pelinegro, invitándolo a  brindar por sus destinos determinados por fuerzas superiores a sus voluntades y deseos. Loki aceptó y bebió hasta el fondo, tosió un poco... El licor en verdad no era para espíritus débiles.

-¡Por las Nornas, esto es más fuerte que un coletazo de dragón de las nieves! ¿Cómo es que lo soporta tu estómago... o tu hígado?

Thor sonrió, dándose cuenta que en realidad,  Loki era más cercano a un adolescente que a un hombre formado... su estatura, la hermosa complexión de su cuerpo elegante y su forma de hablar, quizá mostraban su madurez de crianza, pero en experiencias mundanas... estaba seguro que le llevaba muchísima ventaja.

-¿Quién pudo abandonarte... desinteresarse de ti? Solo un verdadero imbécil... yo lo odiaría por la eternidad...

-No nos vimos ni una sola vez... no conozco su nombre, su identidad... de cuál mundo provenía. Mi padre dijo una vez que tenía dominios en los mundos exteriores, que poseía riquezas... que traería el bien a Jötunheim... un día pusieron fecha para conocernos y me dijeron que estaba viajando para verme, quizá en su camino encontró un amor más palpable, más alcanzable... y renunció al de un desconocido. Por eso, cuando imagino por qué no fue a conocerme, creo que tuvo más suerte que yo... y no le guardo rencor.

EN DEFENSA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora