Capítulo 3

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Con sus túnicas a medio hacer, semi vestido porque He Xuan no terminó en el proceso, Qingxuan levantó la mirada viendo al supremo alejarse con una expresión que Qingxuan no entendió, no pudo descifrar. Tal vez estaba huyendo de él, de todos modos, Qingxuan debía ser el ser que más odiaba en el mundo ahora que Shi Wudu estaba muerto, al faltar del dios del agua que recibió su merecido, aún quedaba vivo quien realmente vivió la vida que a He Xuan le pertenecía. Rápidamente se secó las lágrimas con su mano sana y vio a He Xuan salir del cuarto de baño como si hubiese visto un espanto. Con un poco de seguridad al sentir menos rígidas sus extremidades lastimadas, se levantó e intentó cubrirse un poco más con su túnica exterior para luego seguir a He Xuan.

—¡Espera! No te vayas. Ay-

Seguir a He Xuan se le dificultó. Su pierna respondía definitivamente, pero aún le impedía moverse tan rápido como cuando corría con Ming Yi por el desierto de Ban Yue, ambas en su forma femenina. Aquel recuerdo le hubiese hecho sonreír, pero perseguir al rey fantasma de las aguas, se le hacía más tormentoso, su pierna dolía y su corazón también, viendo al supremo alejarse, se sintió abandonado y rechazado, tal vez era parte de su desdichado destino.

—¡He Xuan! Por favor espérame. No puedo- ahg, ay... — Se quejó pero siguió detrás de él. —No me dejes otra vez, te lo pido, por favor.—

Se dejó caer de rodillas en el suelo y sollozó esperando que aquella súplica sirviera de algo. Su corazón dolía demasiado de solo pensar que no podría volver a verlo nunca, que lo llevaría de nuevo a la ciudad imperial y lo dejaría ahí olvidado otra vez. A penas llevaba unas horas junto a él y no quería volver a separarse nunca de aquella fría presencia.

He Xuan se quedó congelado en su camino a mitad del pasillo. Aún no se acostumbraba a escuchar su nombre, su verdadero nombre, en la voz de Qingxuan. No esperaba que doliera.

Se giró para encararlo, la vista podría describirse como patética: Qingxuan semidesnudo en el suelo, llorando y rogándole a un supremo que no lo dejara solo. He Xuan comprobó una vez más que cada cosa que hacía, solo empeoraba todo. Se acercó a él y se agachó hasta que sus rostros estuvieron casi a la misma altura.

—¿No lo odias?

Su pregunta tenía una mezcla de asombro, curiosidad y angustia. Fijó sus ojos dorados en las facciones bellas de Qingxuan.

—Mi nombre. ¿No odias decirlo? ¿Acaso no me odias a mí?

¿Qué tan bajo había caído Qingxuan en la vida para desear la compañía del asesino de su hermano?

La mirada dorada del hombre frente a Qingxuan lo llenó de diferentes emociones, se sintió tranquilo al verlo cerca de nuevo, sintió su corazón latir rápido y alegría porque el supremo no lo había abandonado, pero también había algo de miedo, angustia, preocupación en lo que sentía. Le hacía mucho daño pensar que él solamente estaba haciendo un acto de mera caridad y que luego lo olvidaría, le preocupaba que al ser tan insistente, se sintiera molesto, porque Qingxuan sabía que He Xuan no disfrutaba de su compañía. Suspiró de forma temblorosa negando con la cabeza y miró fijamente las pupilas doradas que lo observaban.

—Durante estos años me he forzado a entender y asumir que nunca fuiste Ming Yi. Me costó, pero lo entendí. Es exactamente lo que me pasó al descender. Hace muchos años no soy Shi Qingxuan; soy el viejo Feng.— Casi suelta una suave risa, pero solo dejó salir un poco de aire de su boca y en sus labios se dibujó una fina curva. —Así me dicen los mendigos con los que convivo en la ciudad. Son... mis amigos.— Asintió y se acomodó las túnicas cuidadosamente, secando el rastro de lágrimas en su rostro.— No podría odiar tu nombre. Sería ofensivo si te siguiera llamando Ming Yi. Y, no tienes idea de cuantas veces pensé en eso durante estos años, pensé mucho en ti y en cómo el solo hecho de usar un nombre que no te pertenecía, podría hacerte daño.

Después del final [beefleaf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora