Capítulo 6

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He Sheng se preguntó si estaría en peligro durante su visita al misterioso amo de la casa, pero ya que no podía hacer mucho, decidió no quebrarse la cabeza con eso y prefirió confiar en lo que Qingxuan le dijo. Una vez con Hua Cheng, Yin Yu los dejó a solas, y He Sheng se tomó su tiempo para examinar el lugar a detalle: cada adorno, cada acabado de las columnas, cada bordado en las cortinas, cada mueble de exquisitos materiales... hasta que se topó con el fantasma de rojo que le sonreía cínicamente.

—¿Me mandaste llamar?

—¿De verdad no recuerdas nada?

He Sheng suspiró con cansancio.

—Cada vez que insinúas que estoy fingiendo, me convenzo más de que me estás confundiendo con alguien más y de que no debería estar aquí.

Hua Cheng alzó las manos indicándole que parara, así como en un gesto de disculpa.

—De acuerdo, no lo haré más. Hallé algo que quizás pueda ser de utilidad— sacó un espejo redondo de bolsillo de acabados bastante simples, como si acabara de ser hecho con premura. Se lo ofreció a He Sheng, quien lo tomó en su mano pero no lo miró.

—¿Qué hago con esto?

—Hice algo para intentar revertir tu... maldición. Mira tu reflejo.

He Sheng lo miró con desconfianza, pero obedeció. Miró su reflejo y perdió el conocimiento, sin embargo, al despertar, notó que Hua Cheng lo sostenía. Se alejó de inmediato, y aún en su cuerpo de jovencito pero con un tono de voz más amargo, preguntó:

—¿Qué ocurrió?

Hua Cheng parecía sorprendido, quizás entretenido con lo que estaba pasando. Supo enseguida que no se trataba de He Sheng, sino de He Xuan.

—El espejo te hizo más joven, o al menos pareces creer que eres el tú del pasado.

He Xuan enseguida hizo un gesto consternado. Aunque su historia era parte del folclor de un pueblo entero, le preocupaba mostrar vulnerabilidad y detalles que no quería revelar a otros.

—¿Y Qingxuan?

—Él está bien, te ha estado cuidando. ¿No recuerdas lo que pasó?

Querían continuar con la conversación, pero aquél espejo comenzó a llenarse de tizna y a sacar humo, como si estuviera quemándose con un fuego invisible.

—No le digas nada a Qingx...— esas fueron sus últimas palabras antes de desfallecer nuevamente. Al despertar, el brillo noble y jovial de sus ojos había vuelto— ¿Qué ocurrió?

Hua Cheng soltó una risa seca y llamó a Yin Yu para que lo escoltara de vuelta a su habitación. Una vez ahí, Yin Yu le informó que el primer intento por disipar la "maldición" había fracasado.

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En esos brazos, Qingxuan que sintió como suaves nubes arrullándolo, quedó dormido y volvió al mundo de los sueños.

Esta vez en su sueño, él era un niño pequeño y a los lejos, cruzando un río, habia otro niño. Era un niño de su misma edad, vestía como un príncipe, llevaba una túnica blanca con bordes negros y dorados, su cabello recogido en una cola alta y jugaba con un palo que al parecer en su imaginación era una espada. Por su parte, Qingxuan al mirar su atuendo, solo vio simples prendas, un pantalón de color marrón claro y una camisa gris, su cabello despeinado y su cara sucia. Por el río pasaba una lujosa embarcación y un hombre vestido de azul los miraba sin expresión, luego, el río que ampliaba y se llevaba a ambos niños con la corriente.

Después del final [beefleaf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora