Capítulo 16

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Pronto llegaron a la caiudad fantasma. Allí, las calles estaban llenas de alegría, todo estaba decorado y lleno de luces de colores, los fantasmas comían y bebían y celebraban como si la fiesta fuese suya. En la mansión había un gran banquete, las puertas de la Mansión Paraíso estaban abiertas, pero nadie se atrevía a entrar allí.

Xie Lian vestía hermosas túnicas blancas con detalles rojos y dorados, tenía su cabello adornado con flores y Hua Cheng estaba terminando de inmortalizar esa bella imagen en una pintura, cuando la pareja de la playa llegó, Xie Lian se apresuró a recibirlos y luego de saludad, tomó a Qingxuan y lo llevó hacia una mesa donde habían varios bocadillos y no tardó mucho en preguntarle al dios más joven cómo marchaba todo en su nuevo hogar.

—Todo es mejor de lo que siempre imaginé. A-Xuan es tan cariñoso y atento, me trata muy bien y me cuida mucho. Aún siento que estoy viviendo en un sueño y tengo miedo de despertar. Cada día es más hermoso que el siguiente, despierto cada mañana junto a él, y siempre inicio mi día con un beso en la frente y una leve sonrisa, es tan lindo que solo sonría para mi. Me mima por un largo rato antes de levantarnos. Yo suelo ir seguido al refugio y él se queda a cosechar algunos frutos, alimenta a los pollos, incluso a veces cocina. Y cuando decide ocuparse en algo más, yo hago esas tareas y él se concentra en leer y yo solo lo contemplo hasta que decide darme atención de nuevo...— Continúo hablando de su perfecta vida junto a su amado y Xie Lian se alegró mucho de al fin ver a su amigo feliz junto a la persona que amaba.

—Me alegro mucho por ti, Qingxuan. Mereces toda la felicidad. Y He Xuan también merecía una vida feliz, estoy seguro que es muy feliz contigo.

—Sí. Siento que somos muy felices juntos.... Dianxia, necesito preguntarte algo un poco... atrevido.

El dios marcial sonrió haciéndole entender al más joven que podía preguntarle cualquier cosa. El otro dios prosiguió.

—¿En qué momento estaría bien dar un paso más hacia... La intimidad?.— Desplegó su abanico para tapar su sonrojo, pero decidió continuar. —Es que, tal vez yo esté apresurando todo, pero siento que cada vez qué hay un mínimo avance él... Él parece no querer continuar. Tal vez no le gusto de esa forma...

Xie Lian frunció el ceño y negó con la cabeza. —No creo que sea eso, Qingxuan. Deberían tocar el tema antes. Puede ser que no se siente listo, o que tema que seas tú quien no esté listo y te asustes. Tal vez sea importante que se casen antes de dar ese paso en la intimidad.

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A He Xuan nunca le agradó la Ciudad Fantasma, y por suerte Qingxuan fungió como un excelente distractor. Lo miró por todo el camino mientras la cruzaban, hasta que llegaron a la Mansión Paraíso, y el dios marcial corrió a recibirlos y a llevarse a su Qingxuan por un rato. He Xuan no dijo nada al respecto y se dedicó a recibir los aperitivos que le ofrecían algunos sirvientes. Hua Cheng terminó su pintura, y antes de ir por su gege, se acercó a He Xuan.

—Qingxuan se ve muy feliz, parece que has hecho un buen trabajo. Sé que doy buenos consejos, no me lo agradezcas— dijo, en un tono arrogante y bromista. He Xuan dejó de comer y se cruzó de brazos.

—¿Qué consejos? Te aseguro que he hecho feliz a Qingxuan sin una sola de tus retorcidas guías.

—Ah, entonces sí las leíste— se burló Hua Cheng. He Xuan entornó los ojos.

—Sólo les eché un vistazo. Eres un enfermo.

—¿Y qué tal? Te di las más sencillas de comprender. Considéralo un regalo para... tu felicidad doméstica.

Después del final [beefleaf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora