Capitulo 13

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Joy:

La fragancia a vainilla aún pregnada en el ambiente, convinado con el café recién hecho, por primera vez me sentí negada a probar un poco de este ante aquel aura de tristeza que cubría a todos los presentes, esa sensación de vacío a pesar de encontrarse repleto de personas persistía.
Desde la ventana puedo observar el día cubierto por nubes grises amenazando con llover, todo parecía acorde a la situación. Me hayaba detestando aquel clima aún consciente que era de mis favoritos.

El negro reinaba en ese entonces, algunas mujeres con velos de encaje;  otras, en cambio, no les importaba mostrar lo afectadas que se hayaban, las lágrimas caían pausadamente con las miradas clavadas en un particular objeto situado en medio de la sala. La madera reluciente con adornos plateados, sin embargo, no era precisamente aquellos preciosos detalles lo que llamaba la atención, no, sino lo que se encontraba en su interior.

La punta de mi bota raspa la vieja alfombra que cubría el piso intentando distraerme, del otro lado de la sala noto a una mujer parada en  el marco de la puerta que daba a la cocina, sostenía un pañuelo con fuerza y su mirada fija en el cajón, parecía perdida en sus pensamientos. Jamás la había visto, sin embargo, el parecido con la señora Morrison la delataba, esa debía ser su hija.
Sus oscuras prendas hacían resaltar su pálida piel, su cabello azabache caía sobre sus hombros en ondas sutiles, una mujer coqueta y bastante imponente. Al parecer notó que la observaba ya que su expresión cambió instantaneamente, la frialdad que emanaba me sorprendió, se giró dándome la espalda y perdiendose de mi vista, me sentí un poco avergonzada pero decidí no prestar atención.

La sensación de incomodidad se hizo presente en cuanto oí a un par de mujeres murmurar que llegaba el momento de la sepultura; no quería estar presente cuando eso ocurriera, era una imagen fuerte y sinceramente prefería quedarme con otra imagen de aquella dulce mujer.
Colgué mi bolso en mi hombro, necesitaba algo de aire, el encierro estaba asfixiandome.
Me escabullí con cautela fuera del apartamento, en cuanto puse un pie en el pasillo dejé escapar todo el aire acumulado, casi que pude sentir mis pulmones renovarse, pasé una mano por mi cabello llevandolo hacia atrás.
Me acerqué hacia la salida pero rápidamente me arrepentí, ni siquiera me había despedido, retrocedí, eso era absurdo, nadie notaría ello, volví a retomar mi camino y paré de nuevo.
Antes de reaccionar una mujer ingresa chocando conmigo y casi al instante me sujeta de ambos brazos.

-Oh.. lo siento tanto-.

-Descuida- Ella sonrió y se dirigió al apartamento de dónde minutos antes había salido.
Estaba por continúar mi camino cuando de nuevo me quedé inmóvil pensando dónde iría realmente.

-Mi abuela solía decir, "Dudar tanto no es bueno para la mente"-.

Me sobresalto, me giré como un relámpago pero nadie estaba allí, levanté el rostro hasta por fin hayar al dueño de esa voz.
Un hombre de piel pálida, peinado prolijo, vestía muy elegante, sus ojos claros y saltones me veían espectantes.

-Tu abuela es muy sabia-.
Respondí intentando olvidar el susto de hacía un instante.

-Lo era, si-.

Susurró bajo, su voz sonaba apagada, aunque su mirada no se desvió en ningún momento.
Se encontraba sentado sin cuidado alguno en el barandal de las escaleras. Me pregunté si vendría a visitar a alguno de los inquilinos, jamás lo había visto.
Volteo el rostro hacia la entrada de nuevo, este se percata de ello.

-Intentas escapar?-.

-Disculpa?- Arrugo mi frente en señal de confusión.
Este apunta hacia el apartamento a mis espaldas.

-Te vi salir de ahí- Toma un cigarro del interior de su saco y se lo lleva a los labios, lo enciende  -La imagen es fuerte, supongo- Asiento al comprender.

•SICK LOVE•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora