Capitulo 1

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Thomas Jackson:

El cielo cubierto por completo había adoptado un tono gris oscuro, rafagas de viento se hicieron presentes en cuestión de segundos, de esos que provocaban que se aguaran los ojos y la punta de la nariz se tornara rojizo. Con ello aparecieron destellos de luz y los truenos resonaron avisando que una fuerte tormenta llegaría en cualquier momento.
Me acomodo mejor en el asiento, observo el reloj en mi muñeca una vez mas intentando inutilmente simular mi emoción, observo por decima vez consecutiva la puerta pero seguía sin aparecer.
-Te sirvo mas café?- Pregunta una morena frente a mi sosteniendo una libreta junto con un lapiz, vestía el azulado uniforme de la cafetería con el nombre de "Sarah" bordado sobre su pecho izquierdo y un delantal blanco.
-No, gracias, estoy bien- Respondo serio, en lugar de tomarlo a mal ella me lanza una mirada coqueta que ignoro completamente, su lengua viaja por su labio inferior humedeciendola y es entonces que noto el rosa tan llamativo en ellos, sus ojos, un hermoso verde profundo que perdía su protagonico gracias al excesivo delineado oscuro sobre ellos.
Sobre su hombro logro divizar la puerta abrirse dando paso a una corriente de aire helada, una mujer de cabello castaño ingresa cargando su bolso junto con unos tubos para transportar planos y una carpeta haciendo malavares para evitar que nada terminara en el piso.
Sonríe apenada al notar que por unos pocos segundos se había vuelto el centro de atención.
-Lo siento- Se disculpa con la mesera que antes me coqueteaba y se dirige hacia una de las mesas vacías del otro extremo, pegada al ventanal que daba una vista increible al exterior. La observo detenidamente, coloca las cosas en el lugar vacío a su lado, se quita su saco de un verde militar y lo cuelga en el respaldo de la silla, pronto es atendida por la misma morena, nisiquiera había notado el momento en que se había ido.
Intercambian unas palabras, luego la morena se aleja hasta perderse detras de una barra, entre toda la maquinaria de expresos.
La taza frente a mi se encontraba casi vacía, en poco tiempo debía ordenar algo mas o me pedirían que abandonara el lugar y no podía hacerlo aun, afuera comenzaban a caer gotas las cuales cada vez eran mas, lo que significaba que ella no se iría aun.
Busco con la mirada a la morena, al dar con ella le hago una seña y se acerca de prisa casi a tropezones.
-Acepto el café que me ofreciste- Ella sonríe.

-Sabia que lo harías- Se aleja meneando exageradamente la cadera.

Observo nuevamente a la castaña, de su bolso toma un libro, lo coloca sobre la mesa, luego rebusca algo mas, recoje un resaltador rosa, coloca un mechón de cabello detras de su oreja y abre el libro.
-Este es nuevo- Susurro para mi mismo.
La tapa era en parte roja y en parte negra, recuerdo que hace un par de días se encontraba leyendo uno azul.
La mesera vuelve a aparecer frente a ella sosteniendo una bandeja con una taza, no tenía que estar ahí para saber que era café, junto a eso un pequeño plato con una porción de lemon pie.
-Eso fué un error- Vuelvo a susurrar.
Sonrío al notar que la castaña le dice algo a la mesera y esta se aleja para segundos después aparecer con una porción de tarta de manzanas, con mirada apenada se lo agradece. Lanzo una fugaz mirada a mi alrededor para corroborar que nadie era testigo de mis reacciones.
La misma muchacha aparece frente a mí, llena la taza con el líquido humeante, el aroma pronto me llena, le doy un sorbo y siento el calor bajar por mí interior.
-Esta bien para tí?- Muerde su labio inferior y yo asiento un par de veces.

-Perfecto- Respondo observando a la mujer detrás de ella.

-Bien, llámame para lo que sea que necesites- Sonó más provocativa y eso logró sacarme una media sonrisa.
Como lo había previsto, la lluvia se intensificó como así también los truenos que la acompañaba, fuera veo personas correr buscando algo que los ayude a protegerse pero era casi imposible.
Vuelvo mi atención a la joven frente al ventanal, con la mirada recorro cada parte de su hermoso, pequeño y delicado cuerpo.
Rostro que radiaba inocencia, mirada profunda, sonrisa calida, cejas gruesas. Su piel palida y sedosa que tantas noches me había mantenido desvelado deseando acariciar con la punta de los dedos por miedo a dañarla.
Emitía esa apariencia delicada que me volvía loco, su fragancia, la cual me perseguía en mis sueños mas fogosos liberaba el animal en mi. En pocas palabras podría controlarme a su antojo y ella ni siquiera lo sabía.
No había notado el momento en el que me encontraba clavando las uñas en mi antebrazo, con tanta fuerza que fui capaz de quebrar la piel, no eran cortes profundos pero dejarían marcas, las ignoro, solo se sumarían a las demás esparcidas por todo el cuerpo las cuales muchas de ellas fueron causadas por algún que otro elemento cortante.

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