Capitulo 18

65 8 1
                                    


-Hey, tú.. Ven aquí- El castaño observó dudoso al hombre que lo llamaba.

-Yo?- Soltó tímidamente.

-A caso eres idiota?- Escupió -Si, tú.. Ven- Dejó el cigarro algo aplastado descansar sobre el cenicero en medio de la mesa.

Conocía al hombre, lo había visto varias veces llegar a su casa junto a su padre, en circunstancias deplorables.

Tenia el cabello algo largo casi rozando sus hombros y varias canas asomandose sobre sus orejas, varias arrugas engañando a quienes no lo conocían aparentando más de los 48 años que tenía.
Lo observó de pies a cabeza haciendolo sentir más pequeño de lo que era, detestaba aquella sensación pues su padre lo hacía sentir de esa manera constantemente.

-Que edad tienes?- Dijo de pronto sorprendiendo al menor.

-Que?..- Susurró.

-Que cuantos años tienes, pequeñito?- Fingiendo una dulce voz mientras acercaba su rostro al más pequeño.

-Siete..- Se abrazó a si mismo como si buscara protegerse del frío y hasta entonces recordaba que estaba descalzo.
Estaba hambriento, tan solo las galletas que le había obsequiado una vecina en la tarde era lo que había ingerido en todo el día.
Esperó por varias horas a que todos se fueran para ir a la cocina por un vaso con agua; pero por más que esperaba nadie parecía querer abandonar su hogar por lo que no le quedó otra alternativa que salir en busca de ello.

-Siete..- Se llevó el cigarro a los labios nuevamente e inhaló el humo para luego expulsarlo por sus fosas nasales, algo que encontró fascinante el chico. Si fuera otra la escena y no se encontrara tan asustado, de seguro le hubiera cuestionado como lo había hecho y si podría repetirlo varias veces. Le recordaba a las caricaturas de trenes que solía ver cuando se encontraba solo en casa.

-Tengo una nieta de tu edad-.
Comenta llamando nuevamente la atención del niño. Pero este parecía tener los labios pegados, aún así no inmutó al mayor.
-No tienes frío?- Bebe un trago de su cerveza la cual ya no se veía espumante ni fresca -Por qué estás descanzo?-.

-Tengo sed- Respondió más tranquilo, aún manteniendo su posición alejado del hombre.

-Sed?.. Bueno, aún no tienes edad para que te dé de mi bebida- Respondió riendo miestras mezclaba unas barajas.

-Dónde está papá?- Preguntó aún sin querer saberlo realmente, al menos lo conocía y de cierta manera se sentía más seguro con él presente.

-Tu padre? JA!- Soltó sonoro.
-Él también tenía sed, el idiota debe estar dormido en el sofá-.
Lo miró de reojo y el más bajo apretó los labios.
-Bien, es hora de irme-.
Observando su reloj de muñeca a una distancia considerable, lo que lo hacía lucir aún más grande.
Se incorporó y buscó algo en el bolsillo trasero de sus gastados jeans manchados de pintura seca.
-Ten esto- Le entregó varios billetes -Anda toma- Obligó al niño a tomarlos ya que el mismo no hacía más que verlo sorprendido.
-No le enseñes a tu padre, estoy seguro que el maldito no dudaría en arrebatartelo y ahogarse en más alcohol-.

-Gr.. gracias- Respondió el menor apretando el dinero contra su pecho.

El hombre rió ante la tierna manera de actuar del niño.
-Gracias?- Repitió sin creerlo -Tu padre es un maldito hijo de perra, ni siquiera merece un crio como tú- Comentó antes de emprender camino.

Thomas lo observó hasta verlo desaparecer por la puerta, no llevaba antifáz, ni vestía prendas coloridas, siquiera una capa cubriendolo. Pero ahí iba, el único hombre de entre todo ese montón de alcohólicos y violentos que solía llevar su padre a su hogar, que se había tomado un minuto para conversar con él, que lo había tomado en cuenta y que lo había tratado como lo que era..
Un niño que necesitaba atención.

•SICK LOVE•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora