Capitulo 15

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Thomas:

Primer golpe, el crujido de los huesos resuena por el silencioso lugar, la expresión de dolor aparece aumentando la satisfacción de los malditos desgraciados que creían poseer el control de todo aquel ser que lo rodee.

Tres hombres parados en medio del lugar, sus manos sujetas a sus espaldas, vendas en los ojos, impidiendo que vieran a quienes se divertían con su sufrimiento, la cobardía a flor de piel.
Podía notar como temblaban conscientes de lo que les esperaba, no podía culparlos, es precisamente en esos momentos en los que uno olvidaba hasta su dignidad.

Segundo golpe, una pierna es quebrada, el cuerpo cae sin fuerza sobre el suelo levantando polvo cubriendo parte del cabello de aquel tipo con cemento. Observo al gallo que se hayaba parado a un par de metros, este tensó la mandíbula y con un sutil movimiento de cabeza me señala al frente.
Si alguno desviara la atención por a penas una milésima de segundos las cosas sólo serían para peor.

Danny Dorman, primogénito del empresario Maxwell Dorman, dueño de la línea de hoteles más conocida de la Ciudad.
Un engendro, a simple vista un imbécil por el que nadie daría un centavo y para ser honesto así era, aunque creía que por sostener un arma debían besar su trasero.
Un enfermo de primera, soltando valas por doquier sin siquiera pensar en las consecuencias.

Prohibía que lo vieran a los ojos, responder a menos que él lo ordenara, debíamos presenciar estos actos cada que a él se le diera la gana.
Tenía a sus cinco gorilas pegados a su espalda las 24hs. Del día por lo cual nadie sería tan idiota para meterse con él.
Manejaba uno de los bandos más pesados de venta de drogas de ese entonces. El gallo era uno de los encargados de ese labor, se colaba en los clubes nocturnos dónde lograba atrapar a jóvenes inexpertos con ansias de tener una noche emocionante, era la conexión perfecta para el crecimiento de la industria ilegal.

Luego estábamos nosotros, sus servidores, encargados de cobrar las deudas, haciendo visitas de "advertencias" a sus negociadores. La mayoría de las veces no tenía idea de a quién íbamos a visitar, pero ese no era de mi interés.
No quiero nombres, ni excusas de su incumplimiento, sólo me daban una orden y yo debía cumplirla volviendo con la suma impuesta o habiendo dejado en claro la advertencia para que tal cosa no se repitiera.
No cuestionaba nada, no indagaba más de la cuenta, no buscaba sumar puntos con nadie ni ganarme enemigos.
Los demás me nominaron como "La máquina" puesto que aseguraban que sólo cumplía ordenes sin importar nada. Aseguraban que no corría sangre por mis venas, ni que tuviera un corazón.

Una vala es liberada de un arma que era sostenida con fuerza, apuntando la cabeza del hombre parado en medio de los otros dos cuerpos, me sorprende por el repentino sonido estruendoso pero no dejo que me afecte. Este cae inconsciente, la sangre brota del agujero en su frente, por inercia el par suelta un quejido y uno solloza suplicante.
Todos alrededor espectantes a cualquier movimiento, el gallo con expresión nerviosa, había un brillo en sus pupilas, temía por sí mismo, lo conocía bastante como para saberlo.

Danny ríe luego de su asaña, vestía elegante el día de hoy, un impecable traje de etiqueta con la parte superior de la camisa desabotonada dejando su pecho al descubierto, su cabello peinado hacia atrás cubierto en gel, caminando de un lado al otro ansioso.
Se veía como todo un mafioso de película.

-A caso les parece de alguien con educación que interrumpa un evento de suma importancia, dónde mi padre es el anfitrión, para venir a resolver asuntos de trabajo?- Apuntando a los tipos que aún se mantenían de pie con su arma.
A pesar de que su tono fuera divertido no lo era, sonaba amenazante, con veneno, incentivando a que alguno respondiera aún sin querer que alguien lo haga realmente.
-Ah?!- Grita en el rostro del mayor, el labio del hombre tiembla.

•SICK LOVE•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora