4. ¿Cómo No A Marte?

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Los días y almuerzo en la azotea se han sucedido por casi un mes, quisiera decir que he podido acostumbrarme a compartir con este ser extraordinario, pero nada puede estar más lejos de la realidad cuando comes sushi en las pirámides de Egipto, flotas para ver de cerca las cataratas del Niágara o como el otro día, cuando me llevó al interior de los Andes a degustar burritos en una ciudad precolombina que aún no ha sido descubierta y de lo cual considero poco ético arrojarme el crédito. No... aún no se convierte en rutina.

En este proceso ya había resuelto algunas de mis dudas, aunque no le gustaba hablar mucho de él, me contó que venía de un planeta muy lejano al cual no sabía si volvería porque estaba en guerra y él no podía hacer nada para evitarlo; que estaba sólo en "este" universo y que no quería hablar con nadie ni dar entrevistas porque temía a la reacción de la gente; y que luego de meses de proteger a los habitantes de la Tierra, escuchó a alguien que se preocupaba por él y no pudo evitar conocerme y hablarme. También le conté de mi trabajo como colaborador en la cátedra de astronomía, que había estudiado pero por faltas de medios no había podido finalizar algunas especializaciones, dado que había sido estafado y por lo mismo embargado perdiendo todos mis bienes y recursos, pero que ya lo estaba superando. También le dije que no tenía más familia que un tío que no veía hace mucho en Alemania y a quienes consideraba mis amigos en general se habían alejado después de mi debacle económica, claro que aún mantenía dos con los cuales aunque nos comunicábamos poco era como tener una conexión continua a la distancia, aunque a ellos aún no les hablaba de él.

Cierto día cuando me preparaba para ver una película porque la jornada había sido exhausta, sentí tocar al ventanal de mi pequeño balcón, extrañamente en ese horario, ahí estaba  un reflejo rojo con su pose de invulnerable y altivo; de seguro ese cruzarse de brazos mostrando los bíceps sobre esos formidables pectorales hinchados, debe ser un tipo de saludo en su planeta, así que antes de abrir el ventanal me pongo frente a él y me coloco en la misma posición, pero pronto la dejo al ver su cara de interrogación para que no piense que me burlo y en realidad, porque me debo ver muy ridículo.

"Que sorpresa, viniste a mi humilde hogar" y con una reverencia lo dejé entrar.

Max: " Sí, espero no incomodarte; quería hacerte una invitación, pero esperaba que no nos limitara tu horario de almuerzo".

Yo: "Claro, claro.. deseas tomar o comer algo?"...

Max: "Sí, agua por favor"

Fui por un gran vaso de agua, creo que es la primera vez que hacía algo por él; mientras la tomaba, me deleité ver como flectaba su brazo, su músculo parecía a punto de reventar el traje, era redondo y yo tenía muchas ganas de apretarlo para sentir su fuerza; un poco de agua le corrió por el cuello y por esa manzana de adán que lo hacía ver tan sexy, más encima se paso la lengua mirándome con sus hermosos ojos azules, yo estaba realmente prendido a él y el jeans ya me dolía de lo apretado que se había puesto; luego sabría que mi idolatrado superhéroe, nunca necesitaba tomar agua.

" Estás listo?" dijo el super hombre y me invitó al balcón. Yo estaba en tenida normal con jeans, polera y zapatillas, así que asentí que estaba listo. Cuando me dijo que debía cerrar los ojos hasta que él me dijera, supe que se trataba de un nuevo vuelo internacional... ja.. y yo aún ni siquiera tenía pasaporte. Cerré los ojos y sin que él me dijera nada, me acerqué a su espalda muy fuerte para que sintiera todo lo que había provocado en mí con su espectáculo del agua, ya sabía yo que le gustaba sentirme ahí. Dimos el correspondiente salto y esta vez conté un poco más de tiempo, de hecho llegue a 25 y paré de contar pues tenía muchas ganas de abrir los ojos; en ese momento mi piloto me dio la autorización.

Cuando pensé que ya nada podía superar lo vivido y que él era lo más sorprendente que había visto de color rojo, pude observar desde el espacio la superficie del planeta Marte. No pude aguantar las lágrimas y le tuve que explicar que eran de emoción. Miré hacia todos lados, estaba frente a un planeta. Ohhh... siempre lo soñé, había leído tanto sobre él y ahí estaba, me mordí los labios bosquejando una sonrisa, giré a mi piloto para alcanzar su mejilla y le di un simple beso; pero fue el beso con más sentimiento y gratitud que había dado en toda mi vida y él lo supo.

Max: "El otro día escuche de unas de tus clases que uno de los sueños de la humanidad y una fantasía tuya propia, era algún día pisar Marte. Así que pensé que la tierra se las podría arreglar un tiempo sin mí y tú preferirías esto a ver una película como cada tarde"...

No sabía si seguir emocionado por la sorpresa o abrumado porque aún me espiaba tanto en la universidad como en mi casa. Y prosiguió diciendo:

"Volamos a velocidad luz y es por ello que te pido cerrar los ojos, es una medida de prevención; no creo que se te dañen porque además al viajar te cubro con una campo que te aísla de roce, radiaciones, etc. y te deja respirar tranquilo".

No entendí mucho como me protegía, pero tampoco me importaba tanto, solo disfruté el momento y más cuando empezamos a "aterrizar", perdón a "amarizar".

Maximan había planificado todo, nos posó en una cumbre desde donde se podía observar un gran valle amarillo rojizo, seco pero hermoso, los colores del horizonte eran efervescentes y justo allá a lo lejos a mi derecha, se podía ver una misión de exploración, la cápsula, una hormiga que debía ser un pequeño vehículo recolector y sobre él un dron. Con la mano hice sombra en la frente para poder verlos mejor pero no mejoró mucho.

Max: "Quieres verlos más de cerca?"

Yo: "Me encantaría, pero..." y ví como desapareció en lo alto del espacio y volvió al mismo tiempo.

Max: " listo, vamos", me tomó de la cintura como en un juego de rugby y me llevo riéndose hacia los aparatos. Cuando llegamos ahí, yo me estaba riendo y le pregunté si jugaba rugby. "Sí claaaaaaro y en mi tiempo libre también me gusta el fútbol", esto último lo hizo jugando y golpeando con su pie una roca que debe haber sido del porte de una casa... la roca se elevó... y elevo... y elevó... hasta que ya no la pude ver.

Yo: "Max, la grabaciones, la Tierra, sabrán que estamos aquí y lo que hacemos...

Max: "No te preocupes, ya me encargué del satélite, la señal nunca llegará a la Tierra. Sigamos jugando"

No sé si estaba más sorprendido porque quería jugar utilizando su superfuerza, mientras yo sólo podía levantar una piedrita; o porque pensaba que acababa de destruir un satélite de millones de dólares.

Siguió chuteando rocas  al espacio, pero esta vez mas pequeñas como una pelota normal, quizás donde irían a formar cráteres pensaba. "Lánzame algunas me dijo", lentamente tome algunas piedras, como del porte de mi puño porque no eran tan livianas, y se las arrojé para que las golpeara y las mandara al espacio; sin embargo el se lució derritiéndolas con su visión laser, era extrañamente feliz, así que seguí jugando; a mí me excitaba verlo cuando fanfarroneaba con esas demostraciones de fuerza y poder. Luego se llevó la mano a la boca y me mostró como bostezaba e inflaba su pectoral, se giró y sopló, sopló provocando una violenta tormenta de vientos huracanados que se empezó a alejar.

Max: " Con eso evitaremos que alguna tormenta de arena llegue por estos lados."

Con tanto espectáculo había olvidado ver los equipos de la Nasa así que me acerqué y comencé a observarlos detalladamente, cuando vio que había perdido mi atención, se estiró con los brazos juntos hacia arriba y me dijo: "Es bueno poder estirar un poco las piernas, en la tierra siempre debo contenerme para no dañar nada, pero aquí puedo jugar libre".

Cuando escuche eso entendí, seguramente para él cada acción que realizaba era como jugar pelota en una sala rodeada con espejos y llena de figuras de vidrio; sólo ahí comprendí cuanto tenía que contenerse a veces, y quizás en todo el sentido de la palabra. Así que dejé lo que estaba haciendo y le dije: "y si patinamos?". Me miró con su cara de interrogante y le mostré el piso frente a nosotros: "congélalo" le dije...

Al instante volvió a hinchar feliz el pecho y sopló esta vez uniendo más esos labios carnosos que tenía, formando una gran pista de hielo, lo agarré por la espalda tomando su manos y le pedí que nos deslizará y así danzamos un buen tiempo, cuando terminamos me atreví a darle un buen golpe en el trasero casi agarrándoselo. Él me miró sorprendido, se notaba que le había encantado, pero no dijo nada. Mientras yo echaba un último ojo a los quipos espaciales y a mi primer paisaje extraterrestre, él aplicaba calor con su mirada derritiendo y secando el hielo para que no quedara ningún rastro.

Me estaba colocando en posición de vuelo,  cuando giró su cara y guiñándome el ojo me dijo: "espero mantengas ese bulto así también después del viaje, porque creo que es hora de conocer mejor tu departamentito"...

(Próximo Capítulo: Su Primera Vez)


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