Los noticiarios repetían una y otra vez la noticia, como tratando de autoconvencerse. Maximan había desaparecido y el satélite Huble lo había grabado alejándose del planeta; la humanidad entera estaba sumida en una serie de incógnitas y yo sólo quería tener la seguridad de que él estaba bien.
Del tal Montes, por tv también sólo supe que había caído preso por tráfico hace cinco días atrás y que seguramente su noviazgo era sólo una pantalla del superhéroe para atraparlo. Además tenía algunas llamadas de la penitenciaría porque había solicitado verme, al principio no tenía ninguna intención de hablar con él, pero ustedes saben como me traiciona mi curiosidad por lo cual en estos precisos momentos me dirigía a su enrejada morada.
Nunca había ido a uno de esos lugares y por lo que estoy viendo, tampoco tengo la intención de volver, aunque los reos sudados haciendo ejercicio y algunos con cuerpo de osos con el bello mojado en el pecho rompiendo las sudaderas y esos bíceps hipertrofiados que levantaban bastante las pesas una y otra vez, hacían la visita bastante más llevadera.
Nos instalaron en una mesa aislada del patio, el adicto sonreía frente a mí limitado por un grillete. En realidad yo había pensado mil cosas par decirle y sentirme mejor, pero ahora no se me ocurría ninguna así que lo deje hablar.
Montes: "Buenas tardes novio del año (dejé con rabia que ironizara)... Bueno no me gusta andarme con rodeos, todos sabemos quien se fue y aunque este es un buen lugar para hacer contactos y obtener mercancía, prefiero seguir haciéndolo en libertad, así que tu dirás; ves la forma de sacarme o todos sabrán tu secretito y el de su héroe adicto.
Ya mas o menos me imaginaba que la conversación podría ir por ese lado, así que no me sorprendí ni me atemoricé.
Yo: "Mira montón de estiércol, ya te dije que vives una vida prestada así que no me vuelvas a llamar más y menos para amenazarme, porque la próxima vez seguramente ni siquiera sabrás lo que pasó. Además quien le creería aun preso drogadicto"; y mientras me levantaba para irme, el preso se levantó como con ánimo de seguir enfrentándome; en eso dela nada un delgado y casi imperceptible rayo llegó desde el cielo partiendo en dos la mesa que nos separaba. Montes la miraba aterrado y yo asombrado. "Ya te lo dije, no aguantaremos una más de tus idioteces".... y me fui dejando a esa escoria temblando y sin habla, pues de seguro, nunca más hablaría.
Al salir de ahí todos los guardias comentaban el hecho de la mesa partida en dos, pero ninguno logro ver el delgado rayo, por mi parte yo miraba infructuosamente hacia el cielo, pero tanto podía venir de la luna como del borde del universo, lo importante es que como suponía, él siempre estaba presente.
Los días y semanas pasaron y yo mantuve mi ritmo en la universidad, aunque todas las noches les hablaba a las estrellas dándole ánimos y cada cierto tiempo, una que otra estrella fugaz me hacía pensar que me contestaba. Los crímenes y asaltos como era de esperar, habían aumentado y muchos culpaban a Maximan por su ausencia. Es increíble pensar que lo que para la humanidad debería haber sido considerado un regalo y un privilegio, contrariamente era tomado como una exigencia y se le otorgaba toda la responsabilidad.
Lamentablemente ocurrieron algunos grandes desastres como la matanza de los rehenes en Angola y el gran descarrilamiento del tren en India, o la erupción del Llaima en Chile con una gran cantidad de muertos, pero eso me hacia pensar en como dependíamos de una delgada ilusión y habíamos olvidado la simpleza y vulnerabilidad de nuestra realidad humana.
Volví a tomar el bus a la universidad como hace rato no lo hacía y cierto día éste se detuvo de golpe frente a lo que se veía como un tiroteo entre asaltantes y policías, todos se refugiaron en sus asientos, pero yo esperé mirando levantado... Lo esperé, anhelaba ver ese ceñido traje rojo, esos músculos portentosos, esa bella sonrisa y esos ojos azules profundos que detendría a los ladrones sin mayor esfuerzo, pero nunca llegó; finalmente fue el cuerpo de policías que logró dar fin a aquellos minutos de terror y yo, mas allá del susto, sólo pensaba en como estaba mi novio, que tan mal estaría y cuando lo volvería a ver.
Pasaron unos meses y yo seguía hablándoles a las estrellas aunque ya no tan seguido como antes, ya ni siquiera veía estrellas fugaces, además en la universidad nadie tocaba el tema de por qué había peleado con mi novio ese día en el casino y nunca más lo volvieron a ver, no habiendo ni un atisbo de que lo relacionaran con el desaparecimiento de Maximan. Habían aparecido además otros pretendientes que me invitaban a salir, pero realmente yo tenía claro donde estaba puesto mi corazón.
Salí varias veces a almorzar a la azotea esperando por último otro láser como señal, pero nada y realmente sentí que estaba cayendo en una profunda depresión. Néstor me llamaba seguido para saber como estaba, pero últimamente ya no le contestaba y Astrid que andaba de viaje por acá paso a verme al viejo departamento, cuando me llamó, nos juntamos en un café y sólo le comenté que tenia penas de amores y donde vivía ahora; ella por el momento no hizo más preguntas y sólo dijo que estaría en la ciudad por algunos meses en lo que durara su nuevo proyecto, sólo por si yo necesitaba conversar.
Así los días seguían pasando y realmente mi rutina se volvió automática, ya en las noches no sabia por qué les hablaba a las estrellas y tampoco le encontraba mucho sentido a levantarme ni a comer, ya todo era raro, sin forma, sin color, sin vida. Pedí unos días de permiso y me quedé en casa porque no tenía ganas de nada y ahí me quedé echado en el sofá por cuatro largos días.
En la mañana de mi quinto día de auto martirio un piedra rompió el ventanal de la puerta, pero no tuve fuerzas para ver que pasaba, sólo divise a Astrid que entraba preocupada con el celular en mano.
Astrid: "Daniel que has hecho?, por Dios tenemos que llevarte aun hospital".
Yo sólo veía una película pasar... quizás yo era el protagonista, no lo sé, pero no tenía muchas ganas de actuar así que decidí cerrar los ojos. Sentí como era llevado, examinado y tratado y aún sin abrir los ojos, sentía los sollozos de Astrid y a veces una luz que casi me hacia mirar, pero no lo lograba. Sentía voces que me ordenaban hacer cosas, pero yo ya no estaba para nadie, creo que ni siquiera para mí mismo.
No sé cuántos días se pasaban así, pero debieron ser muchos porque me dolía donde me habían puesto el suero y había escuchado los sollozos de Astrid muchas veces y también el rechinar de la puerta cada mañana que me visitaba el médico.
Cierta mañana que ya había amanecido porque mis párpados sentían la tenue luz del sol, escuché como rechinaba la puerta?... pero era diferente era más agudo, uno se vuelve un experto oidor cuando no usa los ojos; luego una deliciosa brisa y una cálida mano sostuvo la mía, mientras mis lágrimas comenzaron a brotar lentamente.
"Buenos Días Mucho Gusto... Soy Maximan, pero tú me puedes llamar Max"...
No quise abrir los ojos, tenia terror de que aquello fuera sólo un sueño, pero esa mano se sentía tan cálida y fue cuando sentí ese super beso... eso beso eléctrico, francés, y real que llenó de energía y erotismo hasta la última célula de mi cuerpo, el que me hizo temblar de emoción y deshacerme de deseo; ese beso que extrañaba y que parece que hace siglos no sentía. Abrí lentamente los ojos y aunque me dolían por recibir tanta luz, allí estaba... mi color favorito, con esos ojos azules profundos y esa sonrisa que no le caía en la cara. Mi niño... por fin había vuelto a los brazos de papá.
(Próximo Capítulo: "Vacaciones Grupales")
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MaxiMan
Ficção CientíficaEra un superhéroe, una fantasía lejana, inteligente, super poderoso, musculoso y muy atractivo en su traje rojo. Volaba como Superman por los aires ayudando sin jamás pronunciar palabra, hasta el día que me vio.