Quiero desayunarte

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Un rayo de luz me levanta y tenía el brazo de Alex envuelto en mi cintura. Me gustaba amanecer así. De repente, recuerdo que es miércoles. Abro los ojos y me levanto para buscar mi teléfono y ver la hora. Recuerdo que lo dejé abajo así que corro escaleras abajo al living completamente desnuda. Lo prendo y eran las 5:30. Suspiro aliviada ya que llegaría al trabajo. Gracias LA por amanecer temprano.

Veo a través del ventanal del living y veía como LA amanecía. Era precioso.

Voy al baño que me había indicado Alex ayer y hago pis. Tomó mi teléfono y subo nuevamente arriba donde estábamos con Alex.

Al entrar, lo encuentro dormido desnudo por completo y muerdo mi labio. Dios, ese cuerpo no lo tenía cualquiera.

Me acuesto nuevamente a su lado y observo el tatuaje de los rayos. Empezaba en la base del cuello y se extendía en parte a la espalda, al pecho y un poco al brazo. Comienzo a acariciarlo siguiendo las líneas de los rayos. Pocos segundos después, el sonríe de una manera sexy y me ve de reojo. Mi mano se detiene.

- Continua - me pide y yo sigo aliviada de que no le haya molestado mi tacto. - ¿qué hora es? - pregunta.

- 5:45

- ¿Estas despierta tan temprano? - pregunta sorprendido con la voz ronca. Sonrió.

- Me levantó a las 5 todas las mañanas. Incluso, tú me estás atrasando los horarios - bromeó y el sonríe de lado.

Me toma y hace que me acueste arriba de el. Quedamos cara a cara. Toma mi mejilla y me besa despacio. Sonrió.

- ¿Desayunamos? - preguntó entusiasmada.

- Quiero desayunarte. - confiesa y sus ojos se llenan de lujuria. Niego con la cabeza divertida.

- Otro día - hablo y me levanto antes de que me encierre con sus brazos.

El sonríe y tira la cabeza hacia atrás. Me levanto de la cama y el se levanta también pero lentamente.

Se pone solamente bóxers y me ve de arriba a abajo mientras estoy parada contra el marco de la puerta. Sonríe sensualmente y pongo los ojos en blanco.

- Deja de mirarme así- le digo divertida.

- ¿Así como?

- Ya sabes como. ¿Me prestas una remera? No se donde deje la otra. - mi comentario lo hace sonreír.

Entra a una de las puertas negra qué hay en la habitación y sale de allí con una remera verde. Me la da y me la pongo.

- Gracias.

Veo la habitación y noto que era blanca con una cama gigantesca al medio y un mueble con tele al frente de la cama.

No había cuadros en la habitación a diferencia del resto de la casa. A un costado, habían tres puertas donde supongo que estaba el vestidor y el baño. En la tercera no se que podría haber. Después, en la otra pared, al lado de la cama, había una ventana enorme con marcos negros que te llevaba a un balcón donde veía una mesa con dos sillas. Era precioso.

Alex y yo bajamos la escalera y nos dirigimos a la galería, Justo donde estuvimos ayer. Alguien había limpiado todo y el desayuno estaba listo.

- ¿No estábamos solos? - preguntó.

- Margarita viene a las 5 todos los días.

- Mierda. Pasee desnuda por aquí abajo. - confieso y Alex suelta una carcajada.

- No es gracioso. - espetó y el sigue riendo.

Nos sentamos en la galería y de repente escucho ladridos.

Un antes insignificante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora