Locura

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Eran las 5am. Me levanto para ir a mi clase de yoga. Me lavo la cara, me cambio y agarro mi bolso para después irme a trabajar de allí.

Camino unas siete cuadras hasta el gimnasio. En estos momentos agradezco vivir en el centro de LA donde todo me queda cerca.

Llegó al gimnasio y voy directo a la sala de yoga donde la profesora y las otras cuatro personas están entrando en calor. Saludo a todos y me concentro en la actividad.

Una hora después, ya se hacen las 6:30 y sigo mi rutina de siempre: me ducho en el gimnasio, me cambio para ir a trabajar, busco mi Mocha en la cafetería de la esquina y tomo el autobús que me lleva al estudio.

Hice las pasantías de la universidad en una firma llamada "Lawson" y una vez graduada, decidí quedarme a trabajar allí. Es una firma grande y bastante conocida.

Llego a mi nueva oficina. Debo admitir que es bastante pequeña ya que soy de las nuevas pero es bastante cómoda dentro de todo.

Ya voy haciendo papelería como por tres horas hasta que me llaman de la recepción. Extrañada atiendo el llamado.

- Señorita Martínez, el señor Laurent está en la puerta.

- ¿Quien? - preguntó totalmente perdida. - creo que se confundió de persona.

- No señorita - dice la mujer. Se la notaba bastante incómoda - viene por usted.

- Deje pasar al desconocido entonces. - hablo y corto. Acomodo mi oficina ya que quería dar una buena impresión a la persona que se que estuviera viniendo.

Tocan la puerta dos veces y grito: "Pase".

Entra un hombre con un jean verde oscuro, remera negra y lentes de sol. También llevaba una gorra a juego con la remera que apenas dejaba ver su cara. Aunque no lograba verlo bien, tenía un aura que gritaba "sexy" a los cuatro vientos.

- ¿Hola? - preguntó mientras me paro a extenderle la mano.

El hombre, que debía tener 25 años, se saca los lentes y la gorra y no puedo creer a quien tengo al frente.

- ¿Alexander Laurent? - preguntó extrañada y sorprendida.

- Buen día Hailey.

- ¿Disculpa?- como este tipo sabía mi nombre.

- No te acuerdas de absolutamente nada.

Frunzo el ceño y me quedo pensando y caigo en la maldita cuenta. Abro los ojos avergonzada y sorprendida.

- ¿tu y yo......

- En el club, hace dos días. Si.

Me siento en la silla sin poder creerlo y suspiro.

- ¿Me estas jodiendo? - le preguntó y el ríe.

- Créeme que no.

- Joder. - digo mientras trato de acordarme de todo- siéntate si quieres - le hago un gesto para que se acomode en la silla al frente mío y al levantar la vista, el ya lo estaba haciendo- Ni te molestes - digo sarcásticamente. El solamente sonreí de una manera extremadamente sexy.

Vuelvo a meter mi cabeza entre mis manos y luego caigo en la cuenta:

- ¿Qué haces tu aquí?

- Me dijiste que te viniera a visitar en tu primer día de trabajo el lunes.

Abro los ojos aun mas sorprendida.

Un antes insignificante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora