C.9 BRAD ES MI PESADILLA

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Camila

La realidad me cae de golpe al sentir las manos de Brad recorrer más allá de lo permitido. Me separo evadiendo la mirada de Vladimir. ¿Qué fue todo eso?

- ¡Vámonos!

- Perdón, no me pude controlar.

Giro el rostro para evitar la mirada intensa del peligro dentro y fuera del coche. Durante el camino no digo nada, aún pienso en ese atisbo penetrante y en el calor que eso me provocó.

Ubícate Camila, ese hombre se enreda con cualquiera. Esos jueguitos no van contigo. No necesitas más problemas con Brad.

Guardo en lo más profundo de mi subconsciente lo que imaginé. Mañana será como si nada hubiera pasado.

Aun cuando Brad me muestra cuan deseoso está de algo más, guarda distancia. Lleva días siendo diferente. No puedo bajar la guardia, el juicio de mi hermano está cerca.

Doy vueltas antes de ir a dormir.

- Responde Brad. – Detesto el zumbido de su insistente móvil.

Tengo idea de quien lo llama a estas horas, pero me da igual. Lo dejó solo para que hable a gusto.

- Es de la estación, no me esperes. – A estas alturas contradecirlo es un lujo que no puedo darme. Claramente va con ella, con su amante. ¿Por qué se aferra a seguir atado a mí? Tres largos años de mi vida desperdiciados.

Apenas descanso la vista, el recuerdo de Vladimir vuelve otra vez.

- ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Por qué demonios tuve que mirarlo?

Me quedo dormida tratando de bloquear todo efecto de locura en mí.

(...)

El casino está a reventar, tengo los nervios de punta.

- Hoy te las arreglaras sola – comenta Benjamín. – Vladimir no vendrá y yo regresó hasta que termine tu turno.

- ¡Está bien!

Toda mi ansiedad se calma. Voy de un lado a otro, uno que otro incidente que resuelvo de inmediato. Por primera vez Brad no viene, salgo de lo más feliz, pero no dura mucho. Está a un lado de mi coche esperando.

- ¿Por qué tan tarde?

- Benjamín no estaba así que tuve que hacer el corte.

- ¿No han venido los dueños?

- No Brad. Esas personas aman su privacidad. Son un tabú para todos los empleados. ¿Y tu coche?

- En casa, Colbert me trajo.

Le hago entrega de las llaves. Me recargo sobre la ventanilla y cierro los ojos.

- ¿Camila? Llegamos. – Estoy tan cansada que no quiero bajar. Siento una caricia en la mejilla. - ¿Por qué no te enamoras de mí? – Sus labios rozan los míos. Respiro profundo y me muevo. Finjo despertar y seguir en somnolencia. Me dirige al apartamento. Tiró los zapatos donde sea que caigan, logro ponerme una camiseta larga y me tiro a la cama.

Cuando despierto Brad no está. Mi piel huele a él, ¿o será que ya lo respiro en todos lados? Su actuar extraño me preocupa, hace casi dos semanas no peleamos. Últimamente es condescendiente y cariñoso, eso asusta.

El reloj marca 11:16 a.m. ¡Mierda! Había olvidado hablarle al abogado. Tomó el móvil y marco de inmediato, hoy me pagan.

- ¡Buen día!

- Licenciado ¡Buenos días! Habla Camila Owen la hermana de John.

- Dígame señora.

BELLUCCI, LEGADO DE UNA DINASTÍA (LIBRO 3) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora