C.10 ¿TE SOY INDIFERENTE?

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Vladimir

¿Me llamó imbécil? ¡Claro que lo hizo! Por primera vez, su mirada reflejó algo más que temor. Hubo coraje y valentía, no creí las tuviera.

Sus labios pronunciaron la realidad de su vida, "él es su pesadilla". No puedo negar que en mi interior se produjo la necesidad incesante de protegerla, de ser su salvavidas en medio del océano.

Discute con Evans no tan apartada de mí. Si me acerco le ocasionaré problemas, más de los que puede soportar. Ese infeliz la desespera a propósito. Su cargo le da una ventaja notable, por eso ella no puede hacer nada.

Llamo a Jair para alertarlo. Llega tan pronto como puede y lo saca utilizando una excusa barata. La expresión de Camila me indica que está preocupada. La inquietud ahora es para mí. Aquí puedo ayudarla, pero en la intimidad de su hogar, está a merced de ese bastardo. Algo me dice que ese desgraciado es capaz de todo por someterla.

Durante el resto de la noche todo se torna tranquilo. Itzan se entretiene con la rubia que le presenté. Eso me da oportunidad de estar pendiente de Camila.

Samuel, Lía y Frank entran por la puerta principal, como cualquier otro cliente. Momento de regresar a mis actividades normales. Camila va distraída revisando pagarés de los viciosos que no tienen control en el juego. Ya casi es su hora de salida.

Al entrar está de puntillas estirándose para alcanzar unas carpetas. No puedo evitar sonreír. Alcanzo lo que ocupa y ahora luce sonrojada.

Le dije que charlaríamos, este es el momento. La arrincono en los archiveros poniendo ambas manos a cada lado de su cabeza. Su rostro adquiere un color rosa intenso. Acerco el rostro lo suficiente para mezclar nuestras respiraciones.

- Dime que tú también lo sentiste Camila.

- ¿Eh?

- Dime que no fui el único que se quedó enganchado esa noche.

- Vladimir – pronuncia mi nombre casi en afonía.

- Necesito que seas sincera. ¡Por favor! – suplico en un susurro.

Su mirada se clava en mis ojos hasta que dice.

- No importa que haya sentido. Tengo claro quién soy, no seré una más en tu lista.

Quito las manos y retrocedo sin dejar de mirarla. La dejo salir del pequeño espacio donde la tenía cautiva. Sus palabras son justo lo que todos me advirtieron, quien realmente me interese, no me creerá por la vida que llevo.

Frank, Benjamín y Lía entran, es esta última quien alterna la mirada entre los dos.

- Pensé que ya te habías ido Camila – dice Benjamín. – Tu cajón de estacionamiento está vació.

- No traje coche, vine en taxi – responde.

- Vladimir ¿Podrías llevar a Camila a su casa?

- Yo la llevó – dice Benjamín.

- Tú vas a irte con nosotros. Después de lo de hoy, necesitas descansar. ¿Vladimir?

- ¡Por supuesto! – afirmo.

- Llamaré a un taxi, no quiero molestar.

- Es tarde para que vayas con un desconocido. Vladimir te llevará ¿No tío? – asiento. Lía tiene un propósito, darme tiempo a solas para que defina lo que siento, y eso voy a hacer. Me abraza y susurra de forma rápida. - "No dejes ir a la presa" – asiento y sonrío.

Aparece en el estacionamiento un tanto intranquila. Observa el coche y suspira. Abro la puerta del copiloto y espero que se decida a entrar. Por fin lo hace. El auto se impregna rápidamente de su fragancia, es la primera chica que sube.

BELLUCCI, LEGADO DE UNA DINASTÍA (LIBRO 3) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora