C.7 PRIMER DÍA

11 0 0
                                    

Camila

Es mi primer día de trabajo, mi atuendo algo discreto, sencillo, pero elegante. Debo parecer un cliente más. Estoy justo a las cinco de la tarde para iniciar. Benjamín dice que primero necesito interactuar con los clientes para familiarizarme con el ambiente.

Estoy de lo más nerviosa. Vladimir entra a la oficina, me observa de arriba abajo por instantes.

- Será mejor que dejes tu cabello suelto. - Inesperadamente quita el broche que sostiene mi peinado. - Es hermoso, lúcelo. - Siento las mejillas calientes. Carraspea y se acomoda la corbata. - En cuanto estés lista te esperamos en el casino - asiento.

¡Rayos! Tengo 26 años, no puedo actuar como una adolescente. Me dirijo a la puerta que da al bar, me interno al casino. Benjamín me hace una seña y me acerco hasta él. Voy a acompañarlo toda la noche, observaré lo que hace y dice, me servirá de práctica.

De tanto en tanto doy un vistazo a mi alrededor. Me doy cuenta que Vladimir analiza cada mesa de apuestas, parece un felino en busca de la presa. Se mezcla entre la gente pasando desapercibido. Debo dejar de prestar atención a él y concentrarme en repasar lo que me indica mi jefe.

Dialogo con una señora que no sabe cómo jugar. Cerca de mí, está una mujer de vestido violeta. Pasa por un lado y me empuja por su premura. Me desilusiona ver que es lo que persigue, a Vladimir. Llega junto a él y lo besa. Creí que era un tipo diferente, no es más que otro igual.

Mentalmente grabo lo que voy aprendiendo. El trato con los clientes, miradas a los trabajadores, señales casi imperceptibles para dar instrucciones, incluso algunas claves que se dicen cuando algo anda mal entre los apostadores. Si algo me caracteriza es aprender rápido.

Sin querer levanto la mirada al sentirme observada. Vladimir tiene a la chica que lo besó sentada sobre el regazo, pero me mira fijamente. Deseo con todas mis fuerzas que su esposa aparezca y lo sorprenda por traidor. Me sonríe de lado como si ser descubierto le diera satisfacción. Desvió la vista a otro lado, no quiero verme inmiscuida en problemas.

Pasa de las 9 de la noche, Benjamín me pide que vaya a la oficina por unos documentos. Me dirijo hacía allá, lo que menos quiero es ver a ese pone cuernos que no hace otra cosa que seguirme con la mirada. Su mujer debió dejarlo en los separos aquel día o incendiar la comisaría con él adentro.

Llego a la oficina, abro pensando que está vacía. Frente a mis ojos está la esposa de Vladimir besándose con un hombre alto y guapo que le acaricia el trasero justo cuando entro. ¡Rayos y centellas! Ella también lo engaña, son tal para cual.

- ¿Tú que haces aquí? - dice de repente.

- Lo mismo pregunto señora. - El hombre sonríe. ¡Qué descaro!

- ¿Quién demonios te dejo pasar? - Se para delante de mí con esa misma actitud altanera y desafiante del día del accidente.

- ¿No le da vergüenza engañar a su marido? - Él hombre que la acompaña abre los ojos sorprendido por lo que acabo de decir.

- ¿De qué mierdas habla Lía? - La sujeta del brazo molesto.

Maldita cínica, Vladimir la merece.

- Cuida bien lo que dices - amenaza.

- Hablo por lo que veo - afirmo segura.

- Ya empezaste - dice el acompañante. - Ahora di lo que sabes.

Ella enfurece, está por estallar cuando entra su marido.

- ¿Lía? Te hacía en casa - dice el muy mancornador.

- ¿Qué hace ella aquí? - me señala.

- Es la nueva administradora. - Me mira y luego empieza a reír. Su chiste le va a salir caro.

BELLUCCI, LEGADO DE UNA DINASTÍA (LIBRO 3) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora