Brad Evans...
24 horas antes.
Lo que tanto quise evitar, sucede finalmente. Liz observa la verdadera cara de Camila. La mojigata sin chiste como la llama, tiene clase, encanto y belleza. Nada tiene que ver con la mujer que su mente creo. En definitiva, seguir está de más. Mi corazón tiene dueña y no es Lizabeth.
En cuanto nos deja solos, mi padre tira de ella fuera de la vista de los demás. Salgo normal, no quiero escándalos que pongan más tensa la relación con mi esposa.
- ¡Eres un imbécil, tu mujer pudo descubrirte! – Aprieto los puños, no me gusta que me grite, sin embargo, tiene razón. Liz es una relación clandestina que nada tiene que ver con mi vida pública. – Si esto arruina el apoyo financiero de los italianos, juro que te vas a arrepentir Brad. - Se va hecho una furia.
Enojado y en silencio, llevo a Liz a su apartamento. Ni siquiera volteo cuando baja del auto. Estoy enfadado conmigo y con ella, nunca debió saltar los límites.
Llego a casa y me emborracho. En mala hora fue a la gala, en mala hora vio a mi esposa.
Por la mañana escucho el sermón de papá. No aguanto la resaca, pero no le puedo decir que se vaya.
- Esa zorra va a arruinar tu matrimonio. Si ese italiano habla, Camila sabrá que tienes una amante. Tendrá un motivo para dejarte de verdad.
- Camila sabe que la engaño – me da una mirada asesina. – Pero no sabe con quién.
- ¿Y lo dices, así como si nada? – se sienta y trata de calmarse. – Ahora menos que nunca puedes perder a tu mujer. – Me lanza el periódico a las manos. – Los Hayes y Leroy son amigos. ¿Entiendes?
Asiento leyendo la nota del diario. El poderoso magnate francés está en negociaciones con Frank Hayes. Lo que faltaba.
- ¿Y Sara?
- Nick se va a hacer cargo.
- Será mejor que Camila deje de trabajar en el casino.
- ¡Por supuesto que no! Tu esposa resultó ser más eficiente que tú. Ganó la confianza de esos millonarios y yo no voy a dejar pasar la oportunidad.
- Es un riesgo.
- Eso lo decido yo. Dedícate a consentir a tu mujer y a darme un nieto que buena falta hace.
Mi padre se va y yo solo quiero dormir. Cuando llega la noche le envió un mensaje a Camila. No responde, seguramente está trabajando en esa dichosa fiesta.
Decido hacer lo que debí hace mucho. Estoy en la puerta del apartamento de Liz. Presiono el timbre y espero a que abra.
- Brad ¿Y tus llaves?
- No las traje. Debemos hablar – me da el paso. Espero tome asiento para luego hacerlo yo. La distancia entre los dos, es justo lo que necesito, será más fácil así. – Antes que nada, me disculpo por las palabras hirientes que dijo mi padre.
- Es un hombre cruel y sin filtro – sonríe sin ganas.
- ¡Lo sé!
- ¿Por qué no me dijiste que tu esposa era una mujer atractiva? – desvío la mirada. - ¡Mírame Brad! ¿Por qué siento que he competido con alguien que está lejos de ser como pensaba?
- ¿Competido? – levanto una ceja. – Esto no es una competencia Liz. Camila es mi esposa y tú la mujer con la decidí tener una relación fuera del matrimonio. Creí que estaba claro.
- Y yo creí tener tus sentimientos, pero al ver como la mirabas, ya no estoy segura. – Resoplo, la situación se me salió de las manos. – Preguntaré algo y quiero que respondas con honestidad – asiento. - ¿Se llevan tan mal como dices?
ESTÁS LEYENDO
BELLUCCI, LEGADO DE UNA DINASTÍA (LIBRO 3) (EN EDICIÓN)
RomanceLa vida agitada, el constante peligro, las traiciones, hacen de Vladimir un ser desconfiado. No hay cabida para el amor, solo momentos efimeros que no lo aten a nada. Un accidente automovilistico pone frente a sus ojos a Camila Owen, pronto su mundo...