𝟏 ‖ 𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨

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Las puertas de la correccional una a una se fueron abriendo, aquella mujer vestida de naranja transitaba cada pasillo arrepentida y ansiosa, sus orbes grises pedían a gritos terminar con aquel encierro. Una última puerta fue abierta, observo a su alrededor con nerviosismo y ansiedad, tomó asiento en aquella silla metálica blanca ubicada al centro de la habitación frente a una mesa del mismo color.

—Buenas tardes señorita Harrison.

Alzo la mirada directamente al dueño de aquella voz, trago un poco de saliva remojando su garganta. Se le habló claramente de lo que significaba "libertad condicional" aquella mujer que alguna vez cometió desfalcos en las Vegas y estafas en Londres el día de hoy se encontraba aquí, en la correccional para mujeres en Nueva York, aquella mujer que provenía de una familia de estafadores estaba aquí, en busca de un mejor futuro y una buena vida, arrepentida del único delito por el cual estaba en aquella prisión.

Tan solo suplicaba e imploraba recibir una nueva oportunidad, una nueva para ser alguien normal. Para ser diferente a su hermano recién fallecido, ser aquella que pusiera la diferencia en su familia. Con un nudo en la garganta y con un inmenso juego en sus dedos habló dispuesta a expresarle a aquel oficial sus deseos.

—Si me dejaran en libertad yo llevaría...— suspiró con los ojos cristalizados, miro un par de segundos el techo blanco tomando una gran bocanada de aire— Si ahora me liberaran, yo llevaría una vida simple, conservar un empleo hacer amigos... salir a caminar después del trabajo al aire libre... solo pagar mis cuentas.

Lo que toda persona querría después de vivir en un lugar tan maldito como lo es la cárcel. Una vida sencilla y llena de arrepentimientos por todas los pecados que se habían cometidos, aquella mujer de ojos grises y cabellera negra lo sabía. Se le abrieron las puertas, pues justo ahora acaba de conseguir aquello que todas en la correccional añoraban.

—Una vida simple y buena ¿Ah?— cuestiono la oficial devolviendo aquellos artículos que alguna vez le pertenecieron.

—¿Te enteraste de eso?— alzo una de sus finas cejas retocando el labial en sus carnosos labios— Cinco años para ensayarlo.

Aquella mujer morena extendió un par de documentos y una bolsa de plástico transparente acompañada de una perfecta sonrisa. Adele firmo agradeciendo la amabilidad de la oficial, de aquella bolsa sacó un reloj que a ojos de la oficial era fino, observo el reverso y el nombre de su hermano se encontraba grabado ahí.

—Lindo reloj— comentó la morena ante la mirada gris de Adele en el reloj.

—Era de mi hermano— respondió una pequeña sonrisa.

—¿Te lo dio?

Y es ahí donde cualquiera creería que es un artículo heredado por la calidad y el diseño exclusivo de este. Un detalle de un hermano a su pequeña y adorable hermana.

—Se lo robe— respondió restandole importancia a la par en que lo colocaba sobre su fina muñeca, ante la mirada de la oficial aclaró — Tranquila nena, él también lo robo. Seguiremos recibiendo el embarque semanal tu te llevas tu parte más unas cajetillas.

—Y ahora ¿A dónde vas?

La mujer de ojos grises elevo la mirada con una pequeña sonrisa luciendo aquel vestido rojo de gala porque si, en una gala la reina había caído.

—Tengo 45 dólares, puedo ir a donde quiera.

¿Qué? ¿De verdad que creyeron que nuestra reina abandonaría su trono? Si estaba arrepentida, arrepentida de haberse enamorado de un hombre que al final la traicionaria, por algo dicen que las que cuentan plata son las que no lloran ¿Cierto?

𝐃𝐈𝐀𝐌𝐎𝐍𝐃𝐒┊𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora