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┇Adele Harrison┇
Conferencia Anual del Premio de la Exhibición del Met. Suena algo realmente tedioso... y créanme que lo es, por algo es la fiesta más grande del mundo, se le pide a una celebridad que figure y en este año, la celebridad invitada es nada y nada menos que la increíble y hermosa Historia Reiss.
Una mujer increiblemente estúpida, la cara de Yelena me lo confirmaba era de desagrado y es que, Historia era una rubia hermosa, nadie le negaba eso incluso yo se lo reconocia pero era estúpida y arrogante.
Manipulable.... oh no querida consciencia cállate.
—Necesitamos un diseñador.
Teníamos la mesa repleta de revistas VOGUE uffff... buenísima. Normalmente artistas y/o celebridades de su talla requieren de uno para esta clase de eventos y un diseñador nos acercaría a nuestro objetivo.
—Podríamos enfocarnos en muchas pero ella no lo aprobara— continuó la rubia— Ella tiene que aprobarlo todo.
El problema estaba en que no importaba que diseñador eligieramos, si ella no lo aprobaba esto no funcionaria, revise todas las revistas que me fueran posibles, todos eran increíbles pero la cuestión era ¿Quién?
—Así que— extendió una revista dejando de lado la que estaba mirando.
Aquella página mostraba a una increíble mujer de cabellos castaños, anticuada, pero linda. Observe a detalle las fotografías impresas en aquella revista buscando entre mis memorias algún recuerdo vago de ella.
—Hange Zoe— leí— ¿Por qué conozco ese nombre?
—Era enorme en los noventa....
—Oh no los anteojos de aviación— lleve una mano a mi rostro haciendo un gesto de desagrado— Chaquetas, gafas, botas...
—Terrible, terrible— repitió en su monotonía— Pero a Historia le gusta, pasan todos los pascua juntas...
—Además de estúpida con malos gustos.
—Le debe cinco millones de dólares a hacienda.
Eso me dejó callada, eleve la comisura derecha de mis labios en una pequeña sonrisa de complicidad, justo como ella lo estaba haciendo. Yelena era una mujer inteligente, brillante, me estaba consiguiendo justo lo que necesitaba.
—Es grave cancelaron su pasaporte y el banco embargo su casa de campo.
