Capitulo 5

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Confianza

El cuerpo se movió, se sacudió levemente y sonidos viscosos llenaron la habitación, mire al Coleccionista, quien miraba fijamente los efectos secundarios con una monotonía que daba miedo,  recuerdos llegaron a mi mente, siempre solía bloquear mis malos ratos en el pasado, pero no podía negar que el Coleccionista y yo teníamos un pasado juntos, él sabía de mi tanto como yo sabía de él.

El cuerpo que había creado para Beheaded aquí, tenía unos tatuajes muy similares a los que yo poseía en el cuerpo, y no cabía duda de que era otro experimento suyo, cómo muchos otros... No sabía de qué sería capaz éste prototipo, conociendo las pruebas por las que había pasado para mejorar mis condiciones inmunes al Mal, podría esperar cualquier cosa, supongo que  el coleccionista había usado mi sangre para mejorar dicho cuerpo. Eran muchas las suposiciones, tenía ganas de preguntarle, pero no creo que esté completamente a gusto con ello, y tenía que recordar que... Lo había amenazado, dejándome llevar por mis sentimientos.

Me sentí mal en ese momento, mi impulsividad me podía más que mi razón, me sentí infantil, y ya era demasiado tarde o demasiado pronto para disculparme, aparte la mirada y me di media vuelta, necesitaba descansar, deje las cosas de Beheaded cerca de una mesa de trabajo y me moví a traves de la sala en busca de una habitación oscura para refugiarme de mi propia mente.

Beheaded Pov

Una flama característica de mi se extendió fuera del cuello, y volví a "nacer" por así decirlo, me levanté lentamente de la mesa, observando todo a mi alrededor, topandome con la mirada del Coleccionista espectante. No ví a Hugs por ningún lado y eso de alguna forma me entristeció, me hubiera gustado que estuviera para ver cómo renacía, aunque supongo que estaba abrumado, no podía culparlo.

Tarde un tiempo en adaptarme a éste cuerpo, me moví fuera de la mesa, el coleccionista me puso una mano en el pecho. Me detuve y lo miré, nos miramos fijamente por unos segundos, tanto que se volvió extraño e incómodo.

—Cada vez que mueras, este cuerpo volverá a la prisión, siempre será el mismo, ahora que lo haz tomado está conectado a ti, no morirá a menos que tú mueras definitivamente—

Eso era nuevo, pero se oía místico, y de alguna forma guay, asentí lentamente y comencé a mirar el cuerpo, tenía unas venas negras que recorrían la carne y de vez en cuando destellaban con un brillo celeste, había algunas marcas en mi torso, parecían tatuajes, eran extraños y ni siquiera era consiente de lo que significaban, quise preguntarle pero el Coleccionista se había ido, estaba en el otro extremo de la mesa, recogiendo cosas. Me baje lentamente de la mesa, sintiendo el frío suelo en mis pies.

Me acerque al Coleccionista y le puse una mano en el hombro, el mismo se quedó estático, y me miró con confusión por encima del hombro, su mirada dejaba una clara expresión "ahora que?"  Deslice mi mano fuera de su hombro y me quedé en mi lugar, rascándome el brazo con nerviosismo.

—Gracias—

Los ojos del Coleccionista adquirieron un brillo diferente, se dió media vuelta y se irguió a toda su altura, mirándome fijamente como si lo que acabará de decir fuera un chiste, echo una rápida mirada hacia una habitación oscura, y luego se volvió hacia mi.

—Hrrm como sea—

Su respuesta tenía un poco de cautela, fingiendo sentirse como solía sentirse normalmente, para dejar oculta alguna faceta, me lleve una mano a la nuca, mirando el suelo y expresando cierta vergüenza, al recordar alguno que otro comentario y trato feo que había tenido hacia el Coleccionista.

—Y lamento lo de la otra vez y el comentario de Hugs, es duro para nosotros todo ésto, se que a ti no te importa, solo las células...—

Me calle a mi mismo, simplemente me di la vuelta y me fui a la habitación oscura, encontrándome con Hugs, me senté a su lado, y lo ví dormir, me volví hacia el otro lado y vi que el coleccionista me miraba, aparto sus ojos de mi, estaba tan callado, bueno, siempre lo estuvo, pero ésta vez era un silencio diferente, creo que estaba pensando. Nunca supe si realmente le importabamos a ese tipo, solo sé que Hugs tiene un amor por mi diferente al de cualquier otro ser en esta isla, sería extraño para mí que a otro le importase mi estado, siempre me han hecho sentir como a un sujeto de pruebas, o un mero medio para obtener algo a cambio, creo que los únicos que pudieron haber tenido algo de cuenta en mi son el sastre, y el Herrero, ni hablar de ese idiota que cuenta mis fallos, a la mierda con ese tipo, es tan desagradable.

Sentí un ronquido a mi lado, me subí encima de Hugs y me recosté sobre él, era tan grande, estaba tan calentito, me quedé posado encima suyo con flojera, sentí el ojo pesado y no pude evitar caer ante los brazos musculosos que comenzaron a rodearme.

Recuerdos de nuestra interacción cuando era un "orbe" llegaron a mi mente al borde del sueño. Todos esos sentimientos...


Punto de vista neutral

El coleccionista se quedó pensando en aquellas palabras, nadie nunca, desde que el Mal había afectado a la isla se había atrevido a ser tan amable, considerado, sus amigos tenían ese afecto pero no eran tan cercanos, la frialdad los había consumido, como a los muertos. Beheaded específicamente era como su conejillo de indias, sabía lo que era y sabía que había sido él quien lo creó, no debería de sorprenderse de las palabras de su creación, pero de alguna forma lo dejaron en silencio. Su relación con esos dos rayaba de lo cómico y agresivo, pero momentos como éste eran tan raros y cálidos a la vez.

Se llevó una mano a su pecho, y cerro los ojos, su mano se cerró en un puño y sus ojos se entrecerraron, caminó lentamente hacia la habitación oscura en la que aquellos dos estaban dormidos, se veían heridos y olían a sudor y mugre, podía haberles tirado agua y observar su molestia, pero a cambio de eso, tomo una manta con algunos agujeros y la dejo sobre ambos, cuidando que la flama de Beheaded no tocará la tela. Luego de eso se aparto, les echo una mirada, y cerro levemente la puerta de la habitación, dejando una rendija entre abierta para que entre un poco de luz.

Guillian y otros niños camaleón estaban juntos a su mesa de trabajo mirándolo con cierta curiosidad, al parecer habían visto lo que el coleccionista hizo y extendieron una mano hacia él con una manta en ellas.

—¿Nos arroparías también?—

Los dos ojos celestes del coleccionista se abrieron de par en par ante la escena, los niños se miraron entre ellos, luego al coleccionista, como si esperaran impacientemente una respuesta, el Coleccionista miro hacia otro lado, un rubor lleno sus mejillas, un suspiro lo abordó antes de extender una mano y tomar la manta con delicadeza, los niños salieron corriendo y saltando hacia los colchones mugrientos a los que llamaban camas, que estaban dentro de una caja llena de diarios en el suelo, para que pudieran evitar de alguna forma la humedad y los bichos, los tres niños se recostaron sobre sus camas juntas y miraron al Coleccionista, que se acercaba lentamente y se arrodillaba para colocarles la manta sobre sus pequeños cuerpecitos, los niños rieron y al poco tiempo cayeron en un profundo sueño.

El coleccionista se quedo alli, un sentimiento lo abordo, uno que creyó tener enterrado en lo mas profundo de su ser, nunca habria adoptado una actitud paternal por varias razones, una de ellas, es que no quería encariñarse, y la otra... Se detuvo alli, no queria volver a recordar eso, se puso de pie, suspirando fuertemente, cerrando sus ojos y aflojando los hombros en un intento de calmarse a si mismo, liberar la tension, un silbido le llamo la atencion, se volvio hacia el origen del sonido y se encontró al herrero, junto a su esposa, la panadera, que habia traido un par de cervezas para tomarse un respiro, el coleccionista accedió y se unio a la pequeña fiesta improvisada.


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