Capítulo 25

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Luis me mira directo a los ojos y su mirada es tan seria que no parece él.

—¿Qué sucede Luis? Ya te dije que no tenemos nada de que hablar— me suelto y sigo mi camino, pero vuelva a detenerme.

—Es sobre tu novio— le presto total atención y le miro curiosa —debes hablar con él, debes decirle que me quite el maldito sello que me ha puesto— escupe prácticamente, jamás lo vi tan enojado.

—¿De qué me hablas? ¿Qué es un sello? ¿Estás loco?— inicio a cuestionar su buen juicio —él no está aquí Luis, si piensas que hablaré contigo por esta excusa tan tonta estás equivocado— intento alejarme de él nuevamente.

—No, no estoy loco— me detiene nuevamente—llevo semanas sin poder trabajar, meses Jadebeth y él me lo ha dicho hoy. Nadie, absolutamente nadie quiere contratarme y perdí mi trabajo, ¡estoy en ruina!— casi grita.

—Pero es que no lo entiendo, Anderson no es así— Luis me mira y ríe como un maniático.

—No tienes conocimiento sobre los empresarios más poderosos y ese maldito Alemán encabeza la estúpida lista. No conoces a ese hombre Jadebeth, es peligroso y hoy lo ha demostrado— confundida y sin entender nada de lo que habla niego.

—No sé qué quieres que haga, conozco a mi novio y de hacer algo así es porque le diste motivos— me encojo de hombros, realmente si lo veo capaz de todo esto y más.

—El motivo eres tú— grita llamando la atención de las pocas personas que hay alrededor —por ti lo hace, él cree que tú le perteneces y vino aquí solo para decirme que te dejara en paz o nos llevará a mi familia y a mí a la maldita ruina— alzo las cejas impresionada por cómo me habla, Luis jamás me habló así.

—Pues muñequito gritón, ya sabes lo que tienes que hacer para que mi malhumorado y poco paciente novio, no haga lo que te ha asegurado— lo miro a los ojos con rabia —tienes los huevos del tamaño del planeta para venir aquí y exigirme ayuda. No lo olvides Luis, tú me engañaste y me lastimaste tanto que solo de recordar duele. No hablaré con él y por supuesto olvídate de mí antes de que sea demasiado tarde— me alejo de él y de los baños.

Al llegar con mi familia mis padres tienen que irse al igual que mi hermano y Angélica. Feliz por eso le digo a Tony que me lleve al edificio donde vive Anderson, no puedo creer que si presenció la competencia, eso me hace tan feliz que solo quiero llegar y besarlo con furia y amor a la vez por no acercarse a mí.

—Nos vemos pequeña peligrosa, ¡eres mi heroína!— grita cuando bajo del auto. Riendo me adentro al lujoso edificio, todos me miran detalladamente, tengo el cabello despeinado, aún traigo el mono y las botas puestas, también llevo el enorme trofeo en manos.

—Amor— entro al recibidor una vez el ascensor llega al piso —Cariño, ¿dónde estás?— al llegar a su despacho entro y al mirarlo sentado y con su precioso gesto osco corro hasta él y me siento en sus piernas una vez dejo el trofeo en el escritorio —¿por qué no te acercaste a mí? ¡Fuiste a verme!— chillo con emoción y lo beso, pero él no me corresponde. Extrañada frunzo el cejo y le miroa los ojos que ahora son rojos con negro.

—¿Crees que eso es para estar feliz?— gruñe entre dientes después de levantarme y apartarme de él —¿crees que es divertido montarte a una maldita moto y hacer esas cosas tan peligrosas? ¡Te vi caer Jadebeth!— grita furioso y su voz casi quebrada.

—Me gusta— también le grito, odio que se ponga así, lo exagera todo —es algo que me gusta y de lo que jamás pienso alejarme. Lo hago desde los cinco años, ¿Cuál es tu maldito problema? ¿Qué coño quieres que haga?— se levanta y su imponente cuerpo me hace sentir más pequeña de lo que soy.

Domando a Mr. BerryclothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora