Capítulo 40

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Despierto y miro el techo por un buen rato, me doy cuanto ánimos puedo para ir nuevamente a trabajar y saber que Anderson está cerca de mí.

Decirme que no vendría a casa temprano le ha costado no dormir conmigo, le ha costado el sexo y mis palabras.

Realmente no quiero saber quien coño es esa mujer que no deja de ir a la empresa y él amablemente la mantiene en su despacho todo el maldito día, pero es una necesidad que mi corazón siente.

No es un secreto que ni ella me tolera, ni yo a ella.

—Jade— Nini se tira en mi cama y me abraza —¿Estás peleando con papá cierto?— le miro sonriendo —desde antier no se hablan, veo como lo ignoras y hoy lo he visto subir con el desayuno. Lo estás castigando— suspiro profundamente.

—No cenó con nosotras, Nini.

—Pero no es primera vez que lo hace— la miro en acuerdo.

—Tampoco durmió conmigo— ella frunce el cejo.

—Ya sabemos cómo es el trabajo de papá, ¿Por qué te molestaría eso?— pregunta confundida.

—Por el motivo— me coloco de lado para mirarle de frente —una pelirroja sacada de una revista Playboy, lo visitó y sé que por estar con ella no vino a casa— la mirada de Nini se ensombrece más.

—No lo puedo creer— se sienta —¿Realmente fue por eso?— también sentándome me encojo de hombros.

—¿Qué más se puede pensar? Por lo que sé es una amiga muy íntima de tu padre, ¿No la conoces?— ella muerde su labio.

—Hemos cenado con ella en varias ocasiones, no me cae bien— mira sus manos —¿Hablas de Rebecca Harmon?— al escuchar el nombre de aquella mujer en la boca de Nini, mi corazón se rompe un poco más.

—Sí, hablo de ella— le veo asentir.

—¿Qué haremos con la competencia? Es este fin de semana— cambia el tema, sonriendo le guiño.

—Dejámelo a mí, yo me encargaré de eso— beso su cabeza —venga, ve a ducharte, seré yo quien te lleve al colegio— Nini riendo se levanta y sale de la habitación corriendo.

Dejando escapar un profundo suspiro, me levanto y me arrastro prácticamente hasta la habitación que comparto con Anderson. No dormir con él después de acostumbrarme es duro.

—Pequeña— le veo en la cama con una charola —traje el desayuno— sonríe, ignorándolo me dirijo al baño —amor— me detiene —por favor, ¿Cómo puedo hacer que me perdones?

—¿Perdonarte? No viniste a cenar conmigo y tu hija por salir con esa maldita mujer, todavía te espero con la esperanza de que llegaras temprano y no lo hiciste, ¡Me dormí a las dos de la madrugada!— me aparto de él —te niegas a hablar de esa mujer, te niegas a decirme algo de ella y aun que no quiera saberlo siento la necesidad.

—Te he dicho que es mi amiga, entre Rebecca y yo no hay nada.

—¿No hay nada?— lo miro a los ojos con furia —por supuesto que lo hay, hay un maldito pasado y una historia que tú no quieres contarme.

—Jadebeth, lo único que debes saber es que yo jamás te engañaría, y sí, está bien. No vine a cenar y llegué muy tarde, pero fue por trabajo. Ella es mi socia— pasando la lengua por mis labios niego, me siento bastante mal.

—De acuerdo, hasta que no me digas tu pasado con esa mujer, olvídate que existo para ti. Me largaré a un hotel y no vayas tras de mí, ya me harté de luchar, correr, y tirar de tu maldita lengua siempre que hay un problema, me harté de solucionarlo todo yo sola— me meto al baño y cierro la puerta tras de mí.

Domando a Mr. BerryclothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora