Quiero distraerme, quiero sumergirme en mis pensamientos y su mirada no me deja, me está quemando como lupa al sol sobre hoja seca. Me detengo y muerdo mi labio, pero no, él simplemente se detiene y sigue mirándome en un silencio imperturbable.
—Sí, es la mirada juzgona e incómoda— lo miro y ruedo los ojos para que note mi fastidio.
—No tienes motivos para mirarme así, yo no he hecho nada Jairo— ahora me mira como si yo no me diera cuenta de las cosas.
—¿Te das cuenta que ese importante empresario casi mató a ese gilipollas frente a su empresa, empleados y todo aquel que pasaba en ese instante por el lugar?— entrecierro los ojos pensativa, no lo consideré —estás siendo demasiado dura con él— enarco una ceja y sonrío.
—¿Acaso sabes tú lo que me hizo ese idiota? Además, no le hizo nada a Luis. Es más, se dejó de él y fui yo quien le dio su merecido— ahora es él quien rueda los ojos.
—Eres testaruda, realmente lo eres. No entiendo tu afán de castigarlo, y— alza la mano antes de que yo hable —no entiendo porque todos quieren contigo— cambia su gesto a uno burlón.
—Es obvio, soy única en mi especie— rio —ya, hablando en serio, no lo sé. Mírame, soy normalita y bastante torpe, despistada y muchas veces mi lengua me mete en aprietos… es como si el engaño de Luis hubiera intervenido en el tiempo y espacio y ahora todo me hayan atractiva. Voy a creer que es verdad esto, a los engañados más sexis se le ven, ya sea para volverlos a engañar o solo para sentir la pasión del despecho— Jairo me mira serio y después suelta una carcajada en medio de la ferretería.
—¡Estás loca!— le miro traviesa.
—Tan loca que te aparté a una chica sexy… hermosa… y buena— ladea su cabeza y enarca una ceja.
—Sí, para llevarla a la taquería que está saliendo del edificio donde trabajamos. ¿Te das cuenta que ella tiene dinero y yo no?— me cruzo de brazos y endurezco el gesto. Si bien le tengo rencor a la chica es únicamente porque ha estado con mi cuadriculado y lo besó frente a mí, pero no es mala.
—¿Ella es ciega?— Jairo me mira confundido por mi pregunta —responde— niega con un gesto de cabeza —bien, mírate— aun confundido lo hace —estás sucio, tienes ropa de trabajo y esa chica aun así se fijó en ti. No seas estúpido, si fuera interesada no te hubiera volteado a ver— le doy la espalda y sigo caminando.
—No lo pensé, tienes razón. Yo creí que me mandaría al rayo cuando le hablé y no lo hizo, me respondió amablemente— trato de ignorarlo para no sentirme mal, pero no puedo sentirme así, jamás permitiré que ella tenga oportunidad con Anderson, eso nunca.
—Bueno, pórtate bien y tendrás novia nueva— al llegar a la caja, Jairo coloca las pinturas sobre la banda —hola, ¿Puede ponerle este nombre a la factura? Por favor— la chica toma el papel con el nombre de la empresa y sonríe.
—Por supuesto señorita— al ver su sonrojo sonrío y miro a Jairo. Los ojos claros en personas de piel oscura es algo de lo que no se puede pasar con facilidad, él debe darse cuenta que lo miro porque también me mira y sonríe, es un ligón.
—¿A la agencia?— me mira de reojo y yo asiento —¿Cómo es que Kilian también quiere contigo? Madre mía, gracias a Dios yo desistí antes de iniciar— golpeo su hombro por idiota.
—No hables— rio —no lo sé, te digo que no entiendo por qué todos quieren conmigo. Ha de ser que tengo cara de zorra— Jairo se parte de la risa.
—Sin comentarios— le miro con la boca abierto —tranquila, no tienes cara de zorra pero eres muy coqueta Jadebeth. Te sale tan natural que no te das cuenta cuando lo haces, eso atrae mucho a los hombres pero también los lleva a confundirse— me guiña cuando aparca fuera de la agencia.
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Domando a Mr. Berrycloth
RomansaSoy una chica de 22 años, recién graduada de la universidad. Estudié economía pero mi pasión es el diseño de interiores. La suerte sonrió de mi lado y encontré un trabajo como diseñadora en una empresa que realmente desconozco, solo sé que debo arr...