Sin mirar o despedirme del hombre salgo del despacho perdida en mis pensamientos. Cada vez que pienso en lo que Anderson ha hecho más me enfurezco, es lo último que le permito, es lo único que no esperé de él, Anderson jamás me cortaba las alas y ahora me ha puesto un maldito sello.
—Eh... eh...— Elianis me detiene —¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?— frunzo el cejo por su pregunta y me llevo la mano a la cara, no me había dado cuenta de que lloraba.
—Estoy enojada, estoy muy enojada y hoy es cuando Anderson se dará cuenta de que conmigo no se juega— Elianis alza las cejas y me detiene.
—¿Puedes calmarte?— me pide —estás muy enojada y no es bueno que estés por ahí así— abrumada por el enojo y con ganas de gritarle a Anderson hasta del mal que se va a morir, niego con la cabeza.
—No me voy a calmar, no puedo hacerlo, ¡Anderson me ha puesto un maldito sello! Ese hijo de puta me ha atado de manos y de pies, pero si él piensa que voy a ir a rogar se equivoca porque...
—Vale... vale...— me calla —le hablaré a Laura para ir a almorzar las tres juntas y hablar de las cosas. Mírate, estás tan enojada que puedes hacer algo de lo que te puedes arrepentir después— carcajeo.
—¿Arrepentir? Yo jamás me arrepiento de nada y lo que haga o diga desde ahora puedes jurar que es en serio y es lo que yo siento— alzo más la voz.
—Vale, pero ya cálmate que nos están mirando— me toma de la mano y tira de mí —mientras tanto tú y yo nos vamos a encerrar en mi oficina a tomar café para que te calmes.
—O para pensar en cómo acabar con el pretencioso, arrogante y estúpido de Anderson— gruño con enojo.
Mi corazón late tan rápido que temo se detenga en cualquier momento. Me siento tan enojada y triste a la vez que no tengo más deseos que tenerlo frente a mí y hacerlo pagar.
—Deja de llorar— me mira —no has parado de hacerlo desde que te vi— frunzo el cejo sintiéndome impotente —sé que sufres, pero para por favor— dibujo una sonrisa torcida.
—¿Sufrir? Estoy llorando por saber que no puedo matarlo porque lo amo y además es ilegal, lloro por no tenerlo aquí ahora mismo y darle tres patadas en sus putas bolas para que sienta por lo menos un cuarto de todo el dolor que yo he sentido por su maldita culpa. Quiero darle un puñetazo en la boca del estómago para que sienta lo que yo he sentido al enterarme de que me ha puesto un maldito sello, al enterarme de que ha hecho lo último que esperé de él. Siento que lo odio muchísimo— Elianis frunce el ceño.
—No, no lo odias, tú solo estás enojada— el timbre del móvil la interrumpe. Tras hablar por unos segundos cuelga —Laura ya nos está esperando en el restaurante con copas en mesa— apaga su equipo y toma su bolso —límpiate la cara y vámonos— me tiende un kleenex.
—Gracias— susurro y me limpio rápidamente —vamos, necesito ese trago urgentemente— ambas salimos de la oficina. Creí que realmente me calmaría estar a solas con Elianis, pero el caso es que me ha enojado más. Anderson me ha lastimado de todas las maneras inimaginables, él simplemente ha acabado conmigo.
—Finalmente— Laura le da un trago a su copa —ya quiero cagarme en ese hijo de puta.
—¡Laura!— la reprende Elianis —debemos aconsejarla, no envenenarla más de lo que está— Laura se toma toda la copa y por el gesto arrugado puedo saber que está bebiendo vodka.
—Por supuesto que la voy a aconsejar— me mira cuando me siento —búscate a un macho que te haga sentir como una diosa y demuéstrale a ese imbécil como se hacen las cosas, pero primero debes darle cuatro patadas en los huevos y escupirle la cara.
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Domando a Mr. Berrycloth
RomanceSoy una chica de 22 años, recién graduada de la universidad. Estudié economía pero mi pasión es el diseño de interiores. La suerte sonrió de mi lado y encontré un trabajo como diseñadora en una empresa que realmente desconozco, solo sé que debo arr...