Capítulo 14

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Jodida, pero feliz… así debe ser y así estaré.

Un fin de semana largo, ignorando las llamadas de Kilian y de Anderson, ¿Hombres? ¡Que se jodan! Estoy harta de ser esa que toma malas decisiones en su vida amorosa, de ser esa que solo sabe hacer malas elecciones con los hombres.

—Es hora Jadebeth— susurro con los ojos cerrados —eres letal cuando estás versión indiferente y no te gusta estarlo pero él se lo merece— respiro hondo y contengo el aire por unos segundos para luego sacarlo lentamente por mi boca —trato simple… jefe, empleada y…— el timbre del móvil suena interrumpiendo mi meditación matutina para no acabar incendiando el mundo —¡Mierda!— maldigo al ver quién es.

—Uuuiiisss querida, y eso que dices estar bien— Angélica entra a mi habitación y se tira en plancha a mi cama —¿También entras tarde hoy?— frunzo el cejo esperando que se explique pero simplemente me mira.

—No, yo entro a las 8 horas— mi amiga alza las cejas.

—Cariño, ¿No cambiaste la hora?— desvío la llamada de Luis y al ver la hora en el móvil salto de la cama. No cambie la hora en el reloj de pared.

—No puede ser, ¡Son las 8 horas! Esto no me puede estar pasando a mí— entro corriendo al baño que inexplicablemente está mojado y me deslizo cayendo con todo al piso, pero no basta para detenerme. Si quiero total indiferencia con Anderson no puedo darle motivos para que me hable, aunque eso sería grandioso, así podría ignóralo, pero si me habla como jefe no puedo hacerlo. ¿O si?

—Oye, relájate. El jefe te hizo sentir mal y perdonará todo lo que hagas mal de ahora en adelante hasta que lo perdones. Así son los hombres, estúpidos, créeme— la ignoro completamente, hoy debo lavar mi cabello y debo hacerlo rápido.

Con el cabello envuelto en una toalla corro al closet y saco lo primero que veo pero inmediatamente me detengo al ver el vestido blanco transparente. Lo tiro a un lado y me decido por uno color negro que resalta mis curvas y por supuesto tiene un escote en la espalda coqueto y sutil, con un chaleco se me tapa pero nada me impedirá quitármelo en la reunión de hoy.

—Uuuu, hoy vas asesina— miro a mi amiga caminar a mi closet y sacar unos zapatos —los cuidaré, y te ves hermosa, también hay un sándwich en la cocina— me señala y sale de mi habitación con mis zapatos en manos. Ruedo los ojos y sigo maquillandome.

Una vez lista tomo el peine para arreglar mi pelo pero el móvil me distrae. Desvío la llamada y al ver la hora tomo mi bolso y salgo corriendo. Nadie se daría cuenta de cuanto sufro, pero, ¿De esto se trata no? jodida, pero feliz. Estoy segura que mi vestido el cual llega hasta un poco más arriba de las rodillas con unas pequeñas aberturas a los lados, con un cinturón dorado y liso por delante haciendo así más fácil resaltar la forma de mi cuerpo. La chaqueta dorada al igual que mis zapatos de tacón hará pensar a cualquiera que soy emocionalmente estable por la seguridad con la que llevo mi vestimenta.

—Angélica, ¿Dónde has puesto el sándwich?— lo busco en todas partes y no está.

—Está en el micro mujer, búscalo bien— maldiciendo lo abro y saco la mitad de sándwich, respiro profundo para no mandarla al diablo.

—Me voy, nos vemos en la tarde— me despido de mi amiga y corro al ascensor —mierda— gruño cuando la jalea cae en mi chaqueta manchándola —¡Genial!— la limpio y como soy yo lo estropeo más.

Acelerando a fondo el auto y comiendo mi desastroso sándwich poca atención presto al camino, solo toco el claxon cuando alguien maneja lento, todos me desesperan en la carretera, es como si les diera miedo sacar el potencial de sus autos.

—Loca— escucho que grita un idiota a mi lado. Le saco el dedo medio casual y delicadamente —mujer tenías que ser— hago un puchero.

—Vete a la mierda estúpido— cuando cambia la luz no espero los tres segundos, piso el acelerador y salgo disparada. Le ruego a dios y a mi ángel guardián que el auto no se estropee a medio camino —deténgalo, por favor…— alguien detiene la puerta del ascensor y alcanzo a subir. Al mirarme en el espejo maldigo, tengo la toalla aun envuelta en la cabeza —Dios mío— susurro y suelto la carcajada.

Domando a Mr. BerryclothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora