Capítulo 10

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La arrinconó contra la puerta y unió sus labios con los de ella. Emma no tardó en responder y en soltar su pequeño bolso que cayó al suelo. Con sus manos tomó el rostro de él, sintiendo su barba apenas crecida y su cuello firme. Él apretó su cintura e introdujo una mano bajo su remera provocándole escalofríos.

Ambos se estaban dejando llevar, no querían pensar, ahora no. Emma se separó un poco, lo miró a los ojos para luego apoyar su frente contra la de él quien levantó una mano y le acomodó un mechón de pelo detrás de su oreja. Pronto la remera de él quedó en el suelo y Emma pudo apreciar su torso marcado. Sin vergüenza, acarició su abdomen y desabrochó su cinturón. Alex también se estaba encargando de desvestirla, ambos suaves y delicados pero a la vez imparables.

A excepción de la luz del pasillo, todas las demás luces estaban apagadas, logrando un ambiente íntimo. Entre besos y caricias llegaron al dormitorio, ninguno dudó ni vaciló y al momento de unirse ambos sonrieron y se pellizcaron, quizá por el momento de pasión o, quizá, porque querían estar seguros de que no estaban soñando.

¿En verdad quieres dejar todo esto? El nudo que se había formado en su garganta no la dejaba hablar casi siquiera respirar.

No es que quiera, Emma, es que me siento una basura.

Pero no lo eres y yo…Dijo acercándose y tomando entre sus manos el rostro endurecido de Alex pero él tomó sus muñecas y con suavidad la apartó.

Cariño, no puedo, en verdad no puedo. No sé qué hacer conmigo, con mi cabeza que no deja de repetirme que fui un imbécil. No puedo mirarte a la cara sin sentirme terriblemente culpable, no puedo mirar a tus padres y ni siquiera a Ali. Saber que yo podría haberles arrebatado lo que más quieren, que podría haberme arrebatado a quien más quiero…necesito alejarme de ti.

Emma bajó la cabeza. Ya lo has decidido, ¿no es así? No importa lo que diga, tú ya has decidido dejarme.

No es así, Em…sí, Se rindió, bajando también él su cabeza y tomando aire, y coraje, para despedirse de su amor. es mi decisión. Perdóname por todo el daño que te causé, si pudiera volver el tiempo atrás juro que lo haría, pero no puedo. Tomó el mentón de ella y mirándola a los ojos repitió: Perdón.

Alex cerró los ojos un momento. Sus dedos acariciaban una línea que recorría algunos centímetros de la pierna de Emma. Había sentido varias de esas líneas mientras disfrutaban de ese encuentro pero recién ahora, con la mente despejada, podía razonar lo que representaban.

Lo detuvo. Tomó su mano y la acarició con su pulgar. No quería que él pensara ni recordara nada, no quería que el huyera de nuevo ni que sus marcas le impresionaran o asquearan.

Sin embargo, Alex se empeñaba en encontrar cada cicatriz con su mano logrando desesperarla. Ella se levantó de la cama, aún con las luces apagadas, y pretendió dirigirse al baño hasta que se dio cuenta de que no sabía dónde estaba.

—En frente tuyo. —Dijo él al verla dudar.

Emma entró y se miró al espejo. Había entrado allí con ganas de llorar, algo avergonzada de su cuerpo, pero al ver su reflejo no pudo ignorar el brillo en sus ojos. La felicidad en sus ojos. Estaba dispuesta a seguir con su vida sin Alex, dispuesta a ser feliz sin él, pero ahora él estaba ahí y habían hecho el amor. Estaba bien sin él, sí, pero se sentía maravillosamente bien sabiendo que no todo estaba perdido.

—¿Puedo pasar? —Preguntó al ver que los minutos pasaban y Emma no salía.

No. Pensó. Estarían bien hasta que la viera, hasta que la luz revelara cuán marcado había quedado su cuerpo.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora