Capítulo 29

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-¿Estás seguro de que nadie vendrá aquí arriba?

-La fiesta es abajo, Em, cerré la puerta de la escalera así que estamos seguros.

-¿Crees que Guido podrá con todo? Mira si alguien tira una botella o algo.

Alex la tomó por la cintura y se acercó a su oreja. -Está todo bien, despreocúpate. -Bajó con tiernos besos hasta la base de su cuello y subió de nuevo hasta su boca.

No era la primera vez que sus cuerpos se rozaban pero en ese momento ambos deseaban ir por más, las caricias sobre la ropa ya no eran suficientes y casi sin necesidad de hablarlo los dos sabían lo que esa noche ocurriría en aquella habitación decorada con trofeos de básquet y alguna que otra figura de Pokemon que aún mantenía su lugar en la repisa.

Tras unos minutos de besarse frente a la puerta ambos se acercaban a la cama entre besos y caricias cuando la puerta se abrió de par en par.

-¡No hay más hie...lo. Lo siento.

Emma y Alex se separaron y fueron a buscar a Guido que ya bajaba las escaleras.

-Ey.­-Lo llamó Alex

Guido subió corriendo y tomó a Alex por el cuello. -¿Estás tarado o qué? ¡Por qué no me avisas que planeabas estar aquí con Emma!

-No estaba planeado, ¡solo se dio así!

-"¡solo se dio así!" -Imitó el pelirrojo. -Como llegara cinco minutos más tarde me los encuentro a los dos en pelotas.

-Guido no le digas a nadie. -Dijo Emma apareciendo de atrás de Alex completamente avergonzada.

-¿Los puedo chantajear?¿Sí? Perfecto. Asado el sábado. Ustedes invitan.

Alex pateó el trasero de su amigo y señalándolo con el dedo le advirtió. -Tienes suerte de que eres mi amigo.

-Alex, que vergüenza, ¡dijiste que nadie subiría! ¡¿y si entraba unos minutos después?!

-Nos iba a ver disfrutando de la vida.

-Estúpido.

Emma entró al dormitorio de Alex y se sentó en la cama.

-Lo siento, olvidé que Guido tenía una copia.

-Menos mal que fue él y no otro. ¡Imagínate! Después de lo de Augusto otra vez todos comentando sobre mi "vida sexual"...­­-Dijo haciendo comillas con sus dedos.

Alex sonrió y la abrazó. -No es por hacerte sentir mejor pero...¿Sabías que todos están seguros de que tú y yo ya lo hemos hecho?

-¡¿Qué?¡ ¿Quiénes son "todos"?

-¿Sabes qué? Yo debería aprender a callarme la boca.

-Cuéntamelo todo.

-Fue una forma de decir, Em. Quiero decir que en el club a veces hacen bromas y bueno, todos están seguros de que cuando nos juntamos a ver películas en realidad hacemos otra cosa.

-Me caen muy mal todos los del club, ¡son más chismosos que las chicas de nuestra clase! ¿Bajamos?

-Puto Guido.

Emma rió y besó su frente tras correrle el pelo hacia atrás. -Lamento que nos haya interrumpido.

-También lo lamento, amor. No sabes cuánto.

Emma, riendo y mordiéndose el labio, apretó sus mejillas y bajó sus manos hasta su remera haciendo que Alex se levantara de la cama.


-No puedo dejar de pensar en Guido.

Alex, que tenía su vista fija en el techo del dormitorio, giró la cabeza para mirarla. -Es hermoso hacerte el amor y que me digas que no puedes dejar de pensar en ese inoportuno cabeza de fogata.

Emma llevó sus rodillas al pecho al reír con fuerza. -Es que es tan puntual para ser inoportuno que da risa.

Alex también rió. -Esa vez que estábamos en mi casa y nos cortó el mambo yo creo que tenía más ganas de llorar que de reír, pero bueno, si a ti te divierte...

Ese comentario no hizo más que arrancar otra carcajada de la boca de Emma.

-Te amo, pequeña.

-Te amo a ti.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora