Capítulo 26

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-¿Qué haces aquí?

-Necesito hablar contigo. -Respondió ella empujándolo un poco al notar cómo el intentaba empujarla hacia afuera.

-No, Emma. -Dijo él empujándola más fuerte.

-¿Me vas a echar así?

-Sí.

-No.

-No quiero verte, no quiero escucharte. Honestamente no quiero nada de ti.

Sus costillas apretaban tan fuerte que sentía su corazón y sus pulmones explotar, sus palabras eran el reflejo de cuánto lo había herido y hace unas horas habría dado media vuelta y habría vuelto a llorar a su apartamento. Sin embargo, le había costado bastante juntar coraje y tocar el timbre como para ahora huir ante el primer gruñido de Alex.

No quería verla, estaba tan enojado que sabía que si no se concentraba acabaría empujándola y dejándola sentada en el suelo. De hecho presionó un poco más hasta darse cuenta de que nada podría contra la testaruda Emma que le hacía frente. Cedió repentinamente y se corrió haciendo que ella casi se estrellara de cara contra el suelo.

Emma recuperó el equilibrio y estiró su remera intentando recuperar la compostura. Alex caminó hasta la cocina y ella lo siguió.

-Me dijo Guido que tú tampoco estabas bien.

-¿Viniste hasta aquí para contarme que estás mal? Eso es problema tuyo. -El ruido del gas saliendo de la botella de gaseosa que Alex abría llenó el momentáneo silencio asfixiante.

-Solo quería hablar contigo...no quiero que estés mal por mi culpa.

-Estoy mal porque soy un estúpido. -Dejó el vaso que tenía en la mano y se volteó a mirarla. -¿Sabés por qué soy estúpido? Porque desde que te propuse mudarte aquí conmigo y dijiste que no debería haberme dado cuenta de que tú no estabas segura de esto.

-Sí que estoy segura, Alex si me dej...

-No estás segura, apuesto a que aún te cuestionas si hiciste bien en dejar de ver a ese y reencontrarte conmigo.

-Sí.

-Sí, ¿Qué? -Él quería atacarla, estaba enojado y quería que ella lo supiera pero de repente el que no tenía palabras era él.

-Sí, me lo cuestioné. Cuando lo besé en la disco me pregunté qué hubiera pasado entre él y yo si tú no hubieras regresado. Quizá ahora mismo me esté cuestionando si tú y yo tenemos que estar juntos. -El rostro de Alex había perdido toda expresión. Esperaba que ella estuviera ahí para pedirle perdón y no para darle la razón en sus acusaciones. -Y es que te amo tanto, Alex, es tan natural quererte, como si no hubiera otra opción para mí más que admirar cada una de tus cualidades. -Un calor intenso invadió el helado pecho del joven que ahora se apoyaba contra la mesada para no perder el equilibrio. -Y somos tan jóvenes que a veces me pregunto si te amo porque eres un gran hombre o si lo hago por inercia, porque no puedo evitar querer a quién me hizo tan feliz y con quien compartí los momentos más tiernos de mi vida.

Emma se acercó a él y tomó su rostro entre sus manos. -Mi amor por ti nunca estuvo en duda. No me alejes de ti, me da miedo el futuro porque la última vez que hice planes contigo todo salió mal, pero yo te quiero. -Ya no pudo contener el temblor en su voz. -Te quiero ¿me oyes? Y lo siento. Siento haberte fallado. Lo siento.

Ambos respiraban el mismo aire, el rostro de él aún acunado entre las manos de ella y sus narices rozándose, las manos de Alex aferradas a la mesada y su pecho y rostro endurecidos e inflexibles.

-Dime algo, por favor.

-Estoy harto de que nuestra relación se base en pedirnos perdón. Estoy harto de que siempre pase algo. Si yo te quiero y tú me quieres ¿me explicas por qué esto es tan difícil?

-No lo sé.

Alex la alejó lo suficiente como para verle el rostro y ella bajó sus manos hasta su pecho.

-¿Te quedas conmigo?

Los ojos de Emma brillaron emocionados. -Sí, mañana temprano tengo que ir a trabajar pero sí me quedo. -Se abalanzó sobre él para besarlo pero el corrió su rostro y volvió a correrla hacia atrás con algo parecido a una media sonrisa en sus labios.

-Lo que quiero saber es si te quedas conmigo, si me elijes a mí para estar a tu lado.

-Sí.

-¿Seguirás eligiéndome dentro de dos meses?

-Sí.

-Bien.

-Bien ¿qué?

-Que me parece bien. ¿Mañana te reincorporas al trabajo?

-Sí. -Respondió ella con poca emoción y separándose de Alex.

-Suerte entonces. Yo también pasaré por mi oficina mañana.

La estaba echando, no la empujaba con sus manos pero sí con sus palabras. Emma abrió la puerta y sintió un tirón en su brazo.

-Pasaré a buscarte a las seis.

Besó apenas sus labios y la soltó.

Ella hubiera querido tomar su rostro y besarlo intensamente. Por Dios que ansiaba besarlo. Pero debería conformarse, al menos él ya no parecía tan enojado.

Con unas sonrisas algo tímidas aún se despidieron.

Alex ya había cerrado la puerta cuando el timbre sonó.

-¿Qué pasó?

-Gracias por cuidar a Grom.

Besó su mejilla con fuerza y corrió al elevador que ya volvía a cerrar sus puertas. Alex se apoyó contra el marco de su puerta y no pudo contener una sonrisa.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora