Capítulo 14

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Los meses pasaron rápido, demasiado rápido si le preguntaban a Emma. El espejo la miraba raro, quizá era que el recién llegado verano cambiaba la forma de ver o quizá simplemente estaba distinta.

Observó su reflejo detalladamente: a sus espaldas veía algunas cartulinas que habían formado parte de un proyecto para la universidad, cuadernos y fotocopias apilados en un rincón y su bolso de la universidad tirado a un lado. Aún llevaba dentro las cosas que había llevado el último día. Se había graduado, había cumplido una meta y ahora era oficialmente Editora. Sonrió y siguió mirando. Su pelo estaba más claro, aquellas horas en la pileta de Ali no solo habían oscurecido su piel sino que también habían añadido algunos reflejos más claros a su melena. Eso no era lo único diferente en su cabello, el flequillo que alguna vez había servido de escondite para aquella cicatriz en su cien ya no estaba ahí. Miró sus brazos y sus piernas, tanto tiempo se había empeñado en cubrir las marcas del accidente...pero eso era tiempo pasado, se había decidido a superar el accidente, a superar la incomodidad que le causaba que los demás voltearan a verle y junto con Ali se habían divertido renovando su guardarropas y agregando remeras sin mangas, pantalones cortos y polleras.

Grom, que hasta entonces estaba sentado en un rincón, se acercó y se sentó a su lado. Emma lo miró y besó su cabeza. —¿Si que han pasado cosas este año, verdad? Ahora vivimos solos en este departamento...lo siento Gromito, —Dijo cariñosa. —siento haberte quitado todo aquel terreno y haberte traído a esta miniatura. Espero que no estés enfadado conmigo, ahora que ya me gradué conseguiré un trabajo y quizá pueda rentar un lugar mejor para nosotros, ¿qué dices?

El can movió la cola y se revolvió entre los brazos de Emma.


Alina, por su parte, no podía estar más feliz...y enamorada. León era un chico estupendo y la hacía sentir de maravillas. Meses atrás se lo había presentado a Guido y a Alex y aunque al principio los dos se mostraron bastante sobreprotectores, León acabó por caerles muy bien.

Hoy cumplía veinticuatro años. Increíble. Podría jurar que alguien había adelantado el tiempo ¿cómo podía la vida estar pasando tan deprisa? Parecía ayer que había hablado con Emma sobre el chico que le gustaba en tercer año, aquel al cual nunca se animó a confesarle su amor y ¡Gracias al cielo no lo hizo! Porque tan chico es el mundo que aquel adolescente acabó siendo el medio-hermano de León. Y es que sí, el universo ordena todo a su manera y cuando menos lo esperamos, pum, algo ocurre y todo lo que vivimos anteriormente cobra sentido. —Pensó mientras terminaba de retocar su maquillaje.

—¿Estás lista? Han tocado el timbre. —Dijo León parándose detrás de Alina.

—Amor.

—¿Sí?

—Cambiaste mi forma de ver muchas cosas ¿sabes? —Comentó ella mirando el reflejo de ambos en el espejo. —Estoy feliz de que estés aquí.

Los ojos marrones de él se iluminaron y besó su frente. —Te amo. Vamos que están esperando en la puerta.

Alina le sonrió a su novio que ya salía de la habitación, miró su reflejo una vez más y se sonrió a sí misma.


Alex estaba enfocado a su trabajo de arquitecto en una constructora. Para él ese año había sido extraño, había regresado a la Argentina después de estar varios años en el exterior y había tenido que enfrentarse a esas cosas que él pensó habían quedado atrás. Verla a Emma había traído de regreso toda la culpa y el remordimiento de haber sido el causante del accidente que casi le costó la vida a su novia, pero también le había recordado lo feliz que era con ella.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora