Ava
Mientras vamos avanzando por el pasillo con los gritos de Dmitry a nuestras espaldas atronando por toda la estancia, una sensación horrible se ha instalado en la boca de mi estómago y se niega a irse.
Una sensación que conozco demasiado bien: miedo.
Miedo por lo que Dmitry pueda hacer.
Toda mi valentía y esa pequeña armadura que fui construyendo lejos de él ha quedado reducida a nada después de esto y me siento demasiado vulnerable.—¿Yeva? ¿Estás bien? —al escuchar el apodo de mi nombre en ruso salir de los labios de mi hermano, no puedo evitar compararlo a como lo ha pronunciado antes Dmitry.
Dónde el tono de Vitya ha sido preocupado, el de Dmitry ha sido amenazador.
Toda la bravuconería que sentía hace tan solo unos minutos y que me ha llevado a plantarme de esa manera ante Dmitry.
Se ha visto reducido a nada con un solo puñado de palabras que se niegan a abandonarme ahora que han sido escuchadas.—¿Yeva? —vuelve a repetir Víctor, pero, sin verme lo suficientemente fuerte para hablar sin echarme a llorar o gritar, simplemente niego con mi cabeza—. Bien... Salgamos de aquí y después veremos qué hacer, ¿sí?
No sé si le di una respuesta antes de sumirme en mi mente temblorosa cuando el motor cobró vida, pero cuando volví a ser consciente de mi misma al captar más movimiento y sonidos a mi alrededor, estábamos frente a lo que parecía un local demasiado elegante para hacerla simplemente de bar.
—¿Qué hacemos aquí? —me encuentro preguntándole a mi hermano en cuanto el motor se apaga y veo que estamos dentro de una de las plazas del estacionamiento.
—Los chicos están aquí. Solo vengo a recoger a Vania y a preguntarle a Nikki por la habitación y de ahí prometo que nos iremos.
—¿Crees que cometí un error? —le pregunto y veo cómo Victor se queda inmóvil de una manera alarmante—. Crees que cometí un error.
—¡No! Absolutamente no —se apresura a decir, pero ese pequeño silencio me está carcomiendo—. Hiciste lo que tenías que hacer. No necesitas al viejo. Y vamos a salir de esto.
—No tengo dinero, Viktor. No tengo absolutamente nada y él lo sabe. Y sinceramente, no creo que se vaya a abstener de tratarlo con los abogados. Va a evitar una audiencia y se limitará a hostigarme —digo con la voz temblorosa—. No obtendré nada al final. Absolutamente nada si no logramos que se abra una audiencia y ambos sabemos que él lo evitará a toda costa. Nadie lleva a Dmitry Markov a una maldita audiencia, y mucho menos sus hijos. Porque eso dejará una enorme mancha en su magnífica e impecable reputación. Mamá supongo tuvo suerte de poder escaparse de sus manos y tú también. Porque estoy muy segura que la hubiera matado antes de siquiera saber lo que ella estaba planeando hacer.
—Todo saldrá bien, me aseguraré de ello, pero por nada del mundo vas a dejar que siga pisándote como ha venido haciéndolo. Fui un idiota por no llevarte conmigo cuando me fui. Fui demasiado egoísta para hacerlo y realmente perdóname, Yeva. Lo siento mucho. Perdóname... por no haberte sacado de ahí cuando tuve la oportunidad.
—Aunque hubieras querido hacerlo, hubiera sido imposible y ambos lo sabemos. La voz iba a correrse y eso iba a ser demasiado para él. No sabemos lo que hubiese sucedido de haberlo hecho. No sabemos... qué tan mal estaríamos ahora —admito y ambos sabemos cuánta verdad hay en ello—. Por otra parte, sé que no debería importarme. No me importaría si se tratase de cualquier desconocido. ¡Pero es mi propia familia! No me admira de ninguna de las maneras humanamente permitidas o correctas de admirar a alguien por mucho que lo he tratado. No me respeta. Y ahora tenemos...
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El chico del café por las mañanas.
ChickLitEl destino tiene muchas vueltas y caminos y nunca llegué a imaginar que uno de ellos me conduciría a él. Y nada de lo que él haga, pueda representarlo en una sola palabra. Porque lo que él está haciendo por mí... no encaja en la categoría de amista...