Capítulo 14: Esto es una locura.

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James.

Mierda, mierda, ¡mierda!

¿Qué acabo de hacer?

—¿Podemos hablar? —le pregunto a Ava quien me mira con pasmo y no puedo evitar ponerme más nervioso mientras escucho el sonido característico de la puerta al cerrarse tras el rastro del idiota—. ¿Ava?

Perdí la cabeza.
La perdí completamente, pero no podía soportar el ver como ella se encogía. Se encogía, joder, al verlo avanzar.
Y esas marcas en su brazo...

¡Maldito malparido!

Estoy muy seguro de que esos dedos que se posaron sobre mi hombro son del mismo tamaño que los moretones en su brazo.

No me arrepiento del puñetazo. Lo hubiera molido a palos de no ser por mis clientes.
Para la mayoría es normal que haya sucedido esto. Puede que no sea un bar pero mucho hijo de puta como el de hace un instante vienen mucho a echar pleito por aquí y yo suelo encargarme de ellos. Ese es mi trabajo.

Pero creo que ahora me excedí de más.

—¿Ava? —intenta Nicola, pero sigue sin haber seña de vida.

—¿Ella está...? —hago un vago intento por preguntarle a su amiga, pero ella simplemente niega con cuidado—. Bueno... Bien. Pasando la puerta lateral, en la trastienda están las escaleras que llevan a mi despacho. Pueden subir y quedarse ahí el tiempo que ella lo requiera, ¿sí? Cualquier cosa, házmelo saber. Cualquier cosa, Nikki. ¿Entendido?

—Sí, chico. Te escuché la primera vez, ¿vale? —me responde, pero en su tono no escucho molestia sino preocupación y no me atrevo a hablar nuevamente.

No me atrevo a tocarla por mucho que quiera mientras Nicola la toma ligeramente del brazo y se la lleva.

Le pido a Sasha que suba dos tazas de té de jengibre y una de café junto con donas. No sé que es lo que ella quiera beber en este instante pero supongo que eso es bueno para una noticia... de este tamaño.

¡Jesús! ¿Dónde quedó el ir despacio? ¿El ser amigos primero? ¿El tratar de qué ella me conozca?
Y así pasan las horas.
Ellas sin bajar y yo quemándome la cabeza buscando una solución a mi metedura de pata.

—Muchas felicidades por el compromiso, es una chica preciosa —me desean algunos clientes al pagar y yo solo quiero golpear mi cabeza contra la encimera.

En su lugar simplemente acepto los buenos deseos con una sonrisa.

—Parece que necesitas un descanso —comenta Sasha apareciendo de la trastienda con un pequeño montículo de monedas y no puedo evitar fruncir el ceño.

—¿Qué es eso? —le pregunto mientras veo cómo va a la caja registradora y comienza a hacer un ticket.

—Tu... ¿nueva prometida? Ha pagado y se ha ido. Insistí en que era cortesía de la casa, pero la pelirroja dijo que no había problema e iban a pagar de todas maneras —me responde y mi alma cae al suelo.

«¿Se ha ido?»

—También dijo la pelirroja que no te preocuparas. Que ella está bien.

—¿Y tú cómo la viste? —le pregunto, preocupado a pesar de ello, pero es inevitable.

No puedo simplemente dejarlo de lado y ya.

—Silenciosa, pero antes de irse me dijo que te llamaría para su cita.

¿Cita? ¿Tenemos una cita?

—Claro, por supuesto —murmuro comenzando a encerrarme en mis pensamientos mientras me deshago del mandil—. Estaré un rato arriba. Cualquier cosa, ya sabes que hacer.

El chico del café por las mañanas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora