Capítulo 16: Markov vs Dixon.

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Ava.

El cerebro está por explotarme y no sé de dónde viene ese sonido tan molesto.

¿No me dormí acaso con aquellos auriculares capaces de poder bloquear cualquier sonido ambiental que me costaron una fortuna? Entonces, ¿por qué estoy...?

—Venga, Ava. ¡Levanta de una buena vez! —el grito me perfora los tímpanos y antes de que pueda quejarme, el dolor de la almohadilla del auricular al golpear mi mejilla me detiene arrancándome en cambio, un gemido adolorido.

Seguido a esto, mi pequeña fortaleza de calor otorgadas por mis cobijas desaparecer exponiendo al frío matutino.

¡Joder! Pero, ¿qué está pasando aquí?

Tanteo a mi alrededor buscando mi pequeña fortaleza de tela pero no encuentro nada más que aire.

¿Qué demonios...? —comienzo a decir esta vez en voz alta, pero al parecer mi sueño está ganando esta batalla porque tras un sonoro suspiro vuelvo a colocar en su lugar mi auricular y para mantener el calor que me resta me hago un ovillo.

Estoy por conseguir el volver a dormirme cuando mi aparato anti sonido es arrancado sin piedad dejándome escuchar un gruñido muy característico.

—¿Acaso te volviste sorda de la noche a la mañana? ¡Levántate, maldita sea, Ava! ¿Por qué estás tan jodidamente cansada?

No lo sé. Yo misma quiero saberlo, pero me apuesto lo que sea a qué tiene mucho que ver con la montada que tuvo Nikki en el parque temático de Adam anoche. Eso sin contar que antes de ello me estuve devanando los sesos para poder darme una idea de qué colocar en esa habitación y cómo hacer una exposición sin fotografías aún.

¡Por Dios! ¿Qué hago pensando en esto? Debería regresar a dormir.

—¡Por Dios, Nikki! Déjame dormir otro poco más —le suplico a mi habitación aún si abrir los ojos—. Solo será una pequeña pestañeada, ¿vale? Solo tienes que regresarme las mantas, mis audífonos y así ambas podemos continuar...

—Venga, que eso será imposible —dice y no puedo evitar fruncir el ceño al escuchar una respuesta que mi cerebro adormilado se niega a aceptar como correcta—. Por mucho que desee volver a mis actividades calóricas, no puedo hacerlo. Él no ha parado de dejar de llamarte. Y ahora está esperando en mi sala de estar al ver que iba a ser imposible el localizarte. Y creo que lo entiendo, ¿sabes? Se me hizo raro encontrarte a estas horas aún en la cama.

—¿Yakov está aquí? —le pregunto en un tono entre la histeria, lo incrédulo y algo molesto—. ¿Me has traído del mundo de los sueños por ese Говно*? Y, ¿a qué te refieres con qué es raro encontrarme a estas horas en mi cama? Hoy es sábado, así que...¡Háblame en español, por favor!

—Venga que si por él no muevo ni un dedo, tonta. Me refiero a Jem. Está en la sala, esperándote. Y hoy no es sábado, tonta, es miércoles y ya es casi medio día. Creí que hoy tenías el día libre, pero cuando el guapo de los videos apareció preocupado, supe que la cagué de alguna manera.

—¡¿Qué?! —suelto un gritito y Nikki se apresura a callarme.

—¡Calla, loca! Que Adam volvió a dormirse al darse cuenta que nuestros planes matutinos no iban a ponerse en marcha tras la aparición de James.

—¿Adam? ¿Tú "solo es una quedada de una noche y se larga"? ¿Ese Adam?

—No, el Adam con el que pienso casarme y crear una hermosa familia de diez hijos. ¡Por supuesto que ese Adam! —me grita y me divierte ver a mi amiga roja como un amanecer por lo que he dicho—. Estábamos por... ya sabes, cuando Jem llamó a la puerta con mucha insistencia. Y tú estabas... como que muerta, ¿sabes?

El chico del café por las mañanas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora