Capítulo 7: Desconocido.

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Ava

Llego a casa empapada.

Al parecer en alguna parte del estado, hay un huracán haciendo de las suyas y como no, pasó un nube traviesa por la bellísima Santa Monica y terminé escurriendo chorros y chorros de agua sobre el costoso tapete que está en la entra de la casa de Nikki y del cual no me había dado cuenta ayer.

—¿Es raro que te vea sumamente atractiva empapada? En verdad agradezco que Adam no este en estos momentos porque tendría que correrlo de la casa para casarme contigo —escucho que dice Nikki desde algún lugar en la casa y no puedo evitar sonreír.

Veo aparecer a mi mejor amiga por el pasillo con el domado cabello pelirrojo por fin suelto después de sus horas de trabajo como fotógrafa con una toalla entre sus manos.

—Por mucho que creo estar disfrutando de esto, te tienes que bañar o mínimo cambiarte si no quieres pescar algo como un virus —dice mientras me tiende la toalla y cuando ve que miro con pesar su tapete, le resta importancia rápidamente—. Es una baratija demasiado bonita que encontré en un bazar hace años. Créeme, no le pasará nada con un poquito de agua. Adam ha derramado ya varias cosas que esto no será nada. Preparé un poco de chocolate caliente y las donas nos están esperando.

—Bien, iré a cambiarme —asiento y tras irme quitando capa por capa de ropa sucia, el ligero aroma del chocolate caliente y del pan de las donas recién hechas me siguen.

Me pongo un par de leggins con calcetas hasta arriba y un viejo suéter mientras envuelvo mi cabello en una toalla y hago mi regreso hacia la sala donde veo a Nicola mandando un par de mensajes.

—Probablemente esto no soluciones todos los problemas de mierda que tenemos, pero estoy muy segura de que te alegrará el alma —dice mientras deposita una taza de rico chocolate en mis manos acompañado de una dona—. Ahora, ¿cómo demonios pudiste confundirte de barista? No lo sé, pero hay varias cosas que pudieron decirte que no eran primero del mismo sexo, y segundo, ¿cómo pudiste dejar mi dibujo?

—En lo primero estaba tratando de sobrevivir a mi resaca y puede que tu hayas tenido algo de culpa ahí ya que, ¿hola? No hay café en esta casa. Tuviste que pasar a comprar chocolate caliente para que no muriéramos ahogadas con las donas por beber únicamente té —le recuerdo y veo como sus mejillas se ponen coloradas al escucharlo haciéndola ver adorable, cosa que no ayuda a exteriorizar los reclamos que tengo contra ella—. Después me llegó un correo de mi antiguo abogado diciéndome que ya no puede trabajar más para mi por "ciertos motivos". Lo que prácticamente me llevó a descoserme frente a un desconocido pensando que era mi barista. Dicho desconocido que me volví a encontrar en la Casa de la cultura. Desconocido también que no podía dejar de comparar con el vecino de los videos.

—Quien por cierto, esta de visita en la casa de al lado.

—¿Qué? —le pregunto frunciendo el ceño y Nikki me da una enorme sonrisa como respuesta.

—Hoy que regresé, vi a Carlo, el hermano, salir de la casa. Y por lo general donde está Carlo, está él.

—¿Cómo demonios sabes el nombre del hijo de tus vecinos si ni siquiera vive aquí? —me cuestiono y si es posible, su rostro se ilumina todavía más.

—¿Recuerdas aquel concierto al que asistimos y había una banda invitada ese día? ¡Oh, pero que estoy diciendo! Por supuesto que te acuerdas —asiente y trato de que el calor no trepe a mis mejillas—. Bueno, pues Carlo era parte de la banda y sus padres viven al final de la calle. Sabía que de algún lado me sonaba un poco el rostro y cuando vine a ver, voilá. Así que, probablemente el segundo bombón también esté cerca, así que, preparada.

El chico del café por las mañanas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora