Capítulo 9: Señaras y señores, Dmitry Markov.

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Ava

Este acuerdo, es una absoluta mierda.

Industrias Markov, habla Helena, ¿en qué puedo...?

—Con Dmitry Markov, por favor —le pido a la secretaria de mi padre con la voz tensa y el pequeño sonido que hace al escucharme del otro lado de la línea me indica que voy a tener una negativa en poco.

Y absolutamente no.

¿Tiene alguna cita con él señorita...?

—Ava. Y no, no agendé una cita. No necesito de una. Solo... comuníquelo, por favor.

¿Es su esposa? No le gusta ser molestado en estos momentos. Y si no es algún fam...

—¿Qué? No, no soy su esposa —digo rápidamente al escucharlo mientras le frunzo el ceño a la voz que está saliendo por el auricular de mi teléfono—. Soy Ava, su hija, creí que él me... Me había mencionado o algo. Pero eso no importa, necesito hablar con él. En este instante de ser posible, por favor. Así que, si puede comuníqueme con el señor Markov, realmente se lo agradecería mucho.

Absoluto silencio me responde.

—¿Señorita? —pronuncio y la chica se aclara la garganta antes de continuar.

Yo... No sabía que tenía una hija, señorita. Una disculpa por ello, pero él jamás la llegó a mencionar en los cuatro años que llevo aquí y su anterior secretaria tampoco la llegó a mencionar y eso que ella estaba desde hace...

Cómo no.

Llegué a saber de su primer secretaria por Vik. Él era quien la mencionaba y fue la que más tiempo trabajó para él.
Se jubiló hace cuatro años porque ya llevaba trabajando para él por casi 35 años. Y aún así... Él jamás me mencionó al parecer.

—Puede seguir perdiendo el tiempo tratando de disculparse por no saber de mí o simplemente puede comunicarme con mi padre, usted decide señorita —le interrumpo en su intento por tratar de enmendar su error, pero como dije antes, no es algo que esté en sus manos y no tiene caso el ponerme a reclamarle algo que ciertamente no es asunto suyo, pero si de un capullo enorme que tiene que atenderme el maldito teléfono.

Claro, yo... déjeme ver si puede atenderla, señorita Markov. En estos momentos está tratando unos asuntos internos de la empresa con su hermano y pidió no ser molestado. Permítame un momento.

¿Una reunión con mi hermano sobre la empresa? ¿Cómo...? ¡¿Por qué demonios no me dijo nada?!

No me atendió el comunicador, pero déjeme intentarlo otra vez, por favor no me cuelgue —me informa la chica y vuelve a ponerme en espera.

Mientras la molesta música de espera sale de mi auricular esperando a que el sonido vuelva a cambiar, miro a mi alrededor mientras remuevo la taza de café que tengo frente a mi y veo que el local está a rebosar de gente.

Faltan solo unos minutos para que las puertas se cierren al público y aquellos rezagados en lugar de volver a su hogar están ansiosos por conseguir una buena taza de café para el creciente frío del exterior.

¿Sabrá dónde encontrarme entre tanta gente? Digo, es su local, pero estoy escondida al final del mostrador y hay un mar de gente a mi alrededor para ser ya tarde.
No quiero perder más tiempo con este cliente que me pone... Dios. ¿Qué demonios estoy pensando? En cuanto termine con ello ciertamente pediré...

¿Señorita Markov? Su padre no puede atenderla hasta dentro de quince minutos.

¿Quince minutos? Puff.
Maldito bastardo.

El chico del café por las mañanas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora