𝐈

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ᴄʀʏ ғᴏʀ ᴍᴇ
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¿Olvidaste que dijiste que en esta vida nunca podrías olvidarme?

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¿Olvidaste que dijiste que en esta vida nunca podrías olvidarme?

El resonar de sus pasos era lo único que se oía en aquel inmenso pasillo. Las paredes blancas y el piso recién pulido le otorgaba una pulcra imágen laboral. Detuvo sus pasos enfrente a una puerta plateada en dónde yacía un cartel con la palabra "No molestar", suspiró y dió dos toques al metal.

-Adelante. -se oyó una áspera voz del otro lado.

Giró la perilla y se abrió paso al interior de la habitación. Su esposo se encontraba leyendo lo que parecían ser una especie de documentos importantes, en ningún momento había subido su mirada. El castaño parecía estar muy concentrado.

-Hola, cielo. -sonrió con emoción al notar como despegaba su vista de los papeles y sus pupilas granate se posaban sobre ella.

-T/N. -se levantó de su silla de cuero y camino hasta la joven, besando fugazmente sus labios.- ¿Que haces aquí? Pensé que irías a la reunión con tus amigas.

-Quería ver a mi adorado esposo, además... -levanto su mano, entregándole dos entradas.- te venía a proponer ir al cine en la noche ¿Que dices?

Hizo una mueca y rascó su nuca con cierta incomodidad. La sonrisa que tenía T/N rápidamente fue reemplazada con un gesto afligido, sabía que esa reacción solo significaba una cosa.

-Esta noche no puedo, será en otra oportunidad.

-Entiendo... Descuida, no pasa nada.

Aunque quisiera mantener una sonrisa sus ojos le delataban, demostrando cuán desilucionada se sentía de recibir un nuevo rechazo por parte de su marido.

La puerta fue tocada un par de veces, llamando la atención de ambos.

-Señor Uzui. -una de las trabajadoras hizo un ademán con la cabeza.- la reunión está por comenzar. -sin más, salió del cubículo.

El pelinegro dirigió su vista a la joven y manteniendo su expresión seria, sujetó sus hombros antes de dejar un beso sobre su frente.

-Nos vemos luego, llegaré tarde a casa así que no me esperes. -se despidió con la mano y salió de la habitación, dejando en completa soledad a la fémina.

-Adiós... -murmuró para si misma, se había marchado tan rápido que no le dió tiempo de contestar.

Giró sobre sus talones y caminó con calma hacía el escritorio de caoba tomando entre sus manos el retrato que yacía en este mismo, era una fotografía enmarcada del día de su boda, una sonrisa de tristeza se formó en su rostro. La inmensa alegría que había sentido aquel día solo parecía ser un recuerdo lejano, con cada día que transcurría su matrimonio parecería desvanecerse lentamente.

Cry for me | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora