𝐕𝐈𝐈

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⚠️+14

"Empresa.
Ten un buen día, te quiero.
05:29pm"

Una genuina sonrisa se instaló en su rostro al leer el mensaje, apenas había leído la notificación y ya se sentía el hombre más feliz del mundo entero. Dejo el celular a un lado y tapó su rostro con su ante brazo derecho.

-Que tonta... -murmuro con una sonrisita.

Sacudió la cabeza y lavó su rostro antes de salir del baño. Se supone que estaría ayudando a su jefe con unos trámites pero había pedido unos minutos para ir al baño, lo cual fue una grandiosa idea.

Respiró hondo y volvió a su habitual gesto desinteresado para entrar a la oficina sin llamar la atención.

-Ah, Sanemi. -Hizo un sonido con la boca para que prosiguiera.- necesito que me ayudes en algo.

-¿Con que?

-¿Podrías llevarle esto a mi esposa? -estiro una bolsa grande de papel marrón.- es un regalo, pero ahora estoy ocupado y en la noche tendré una cena importante con unos inversionistas, por lo cual no puedo llevarlo.

Frunció el entrecejo dudoso, sabía que en algunas ocasiones era normal no poder tener tiempo, pero ¿Todos los días? Algo estaba muy mal... Observo con atención el regalo y lo tomó.

-Claro, no hay problema. -contestó con una sonrisa ladina.

-Te lo agradezco mucho, puedes tomarte lo que queda de la tarde, ya casi serán las seis, así que ve a cenar.

-Entendido, gracias y hasta mañana. -se despidió con la mano y salió del cubículo.

Durante su recorrido por el pasillo miraba de un lado a otro para asegurarse que nadie lo sorprendería revisando el regalo, al abrir la bolsa no pudo disimular su sorpresa. Era una cartera Gucci valorada en más de 50,000€.

-No vive con el principe, pero si que tiene una vida de princesa...

-No vive con el principe, pero si que tiene una vida de princesa

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-Muchas gracias, hasta luego. -le regaló una última sonrisa antes de salir del establecimiento.

-Gracias por su compra, vuelva pronto. -agitó su mano, suspirando cansada.

Giro el letrero informativo para indicar que ahora estaba cerrado. Estiro su cuerpo y camino hasta la barra americana, debía admitirlo, Tengen tenía muy bien decorado el lugar.

Al albino le había surgido un pequeño inconveniente por lo cual hoy debía encargarse de la tienda por su propia cuenta, no se quejaba después de todo ese era el trato, ayudaría a Tengen en lo que necesitara en la tienda principal mientras que las chicas se encargaban de las demás sucursales. Pintaba muy bien por lo cual sus obras eran vendidas por una buena cantidad de dinero y gracias a ello pudo crear un pequeño imperio, apenas estaba comenzado pero las ganancias aumentaban considerablemente cada día.

Cry for me | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora