𝐕𝐈

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⚠️+16

-Ese se parece a Rengoku. -señaló un pez globo amarillo con manchas rojas que flotaba por sobre los arrecifes.

-¡No seas malo! -le dió un golpecito en el hombro antes de explotar en carcajadas. Sanemi soltó una risita y continúo observando a la versión acuática de su amigo.

Era sábado por lo cual decidieron pasar el día juntos y que mejor opción que visitar el acuario.

En cada esquina habían familias y parejas admirando las diferentes criaturas que iban de un lado a otro, las paredes y techo eran completamente de acrílico transparente permitiendo tener una completa visión de cualquier dirección, las marcas de pequeñas olas se reflejaban en el suelo de mármol blanco brindando una increíble vista, parecía que estaban dentro del mismísimo océano.

Un cardumen de peces luna llamo la atención de ambos, aprovechando que Sanemi estaba totalmente embelesado observando a los peces saco su celular y tomo una fotografía.

-¿Cómo haces para tener un perfil tan perfecto?

Arrugó la nariz sin entender a qué se refería.- Belleza natural, supongo.

-Lo heredaste de tu mamá. -rio cuando lo vió asentir.- te envidio, me hubiera gustado heredar algo de mi mamá... -Su gesto de alegría cambio drásticamente a uno de tristeza.

Sanemi apuño los labios, sabía perfectamente que ese tema familiar afectaba de sobre manera a la joven. Paso su brazo por sobre sus hombros para besar fugazmente sus labios.

-Hey, no te desanimes. Me gusta verte sonreír.

Sus mejillas se tornaron de un leve color rosa, sonrió avergonzada y poniéndose de puntitas le devolvió el beso. -Siempre haces que me sienta mejor.

-Lo se, soy el mejor en todo. -sonrió dejando a la vista su blanca dentadura.

Rodó los ojos divertida comenzando a caminar. Su vista viajaba a todos los carteles informativos que habían en las paredes, desde los tipos hasta las habitat de los animales, uno en específico llamo su atención "Tiburón blanco" por muy loco que sonase le gustaban, eran adorables, dejando de lado el instinto asesino, claro.

Sanemi observó con atención cada mueca y expresión que su rostro transmitía al leer el cartel informativo, una idea cruzó por su cabeza. Comenzó a buscar con la mirada una carreta específica hasta que la encontró.

-Bingo...

Dió una rápida mirada a la joven asegurandose que estuviera distraída para comenzar a caminar de puntitas hacia la pequeña tienda.

-¡Mira esos! -levanto su mano con la intención de dar unas palmaditas en su hombro, al no sentir más que aire giro su rostro extrañada, notando que el joven no estaba.- ¿Sanemi?
-Giró sobre sus talones mirando de un lado a otro un tanto preocupada, hacia menos de dos minutos que estaba a su lado.

Comenzó a caminar de regreso por el pasillo para asegurarse que no se haya quedado parado en algún lugar distraído. Dió un saltito acompañado de un chillido al sentir el repentino toque de una palma sobre su hombro, giró su cuerpo exaltada antes de que una sonrisa de tranquilidad se instalará en su rostro.

-Que bueno que estás bien, me había preocupado. -suspiró, alzó una ceja y sonrió divertida.- ¿Que tramas?

Sanemi estaba extrañamente callado sonriendo con emoción, pero lo que más llamaba su atención era su brazo derecho ser escondido a sus espaldas parecía que ocultaba algo.

-Espero que te guste. -estiró su brazo, entregándole un peluche de un tiburón blanco con una enorme y macabra sonrisa.

Pestañó un par de veces incrédula examinando el peluche, sus dientes eran tan grandes que sobresalían de su boca.

Cry for me | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora