𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Abrió la puerta con cuidado y desde la entrada admiró el lugar en silencio, todo se veía como la última vez. Respiró hondo y se adentro a aquel frío hogar, las decoraciones, los cuadros e incluso los libros estaban tal y como los había dejado.

Detuvo sus pasos y desde la sala de estar admiró cada detalle a su alrededor, era irreal estar allí después de todo lo que había sucedido.

Unos brazos sujetaron con fuerza su cintura y sin poder evitarlo sonrió, dejando caer su cuerpo hacía atrás para recostarse levemente sobre Sanemi.

—¿Estas bien? —preguntó con calma, acariciando con el pulgar su cintura.— ¿Quieres que nos marchemos?

T/N negó con la cabeza.

—Estoy bien, Solo… Es un poco extraño volver a este lugar… —suspiró con incomodidad, la verdad quería largarse pero debía ser madura y afrontar esto.

Aunque quisiera hacerse la dura no podía engañarlo, era notorio que estaba intranquila. Sin embargo Sanemi prefirió guardar silencio, entendía que quizás esa era su manera de hacerle frente a esto y por ello decidió que lo mejor era dejarla actuar a su manera.

Después de todo no podía cuestionarla, estaba actuando como una mujer madura.

—Tomate el tiempo necesario, no te presiones.

La muchacha sonrió y giro un poco el cuerpo, lo suficiente para poder mirarlo a la cara.

—Estoy bien amor. —aseguró con tranquilidad, no quería que Sanemi se preocupara sin razón.

Se puso de puntitas y dejó un pequeño beso sobre sus labios, al separse Sanemi estiró un poco el cuello persiguiendo los labios de su amada y logrando sacarle una risita divertida.

—No seas así. —se quejó juguetón.— dame otro besito.

—Después de terminar te doy todos los que quieras. —le contesto aun riendo y besando delicadamente su mejilla.— por ahora lo mejor es buscar esos tontos documentos e irnos.

A regañadientes acepto. Demonios odiaba esos tontos besos de piquito, lo único que hacían era dejarlo con ganas de más. 

Aprovechando su distracción T/N escapó de sus brazos y camino hacía el librero, comenzando a buscar los papeles de la casa. Había decidido que lo mejor era vender el departamento y continuar con su vida en un lugar más tranquilo.

Sanemi apoyó la idea desde el principio, le hacía mucha ilusión verla actuar como una mujer capaz de valerse por símisma.

Estaba orgulloso por lo valiente que era.

Al verla hojear una carpeta no pudo evitar que un suspiro de amor escapara de sus labios, ella lo había cautivado desde el primer momento en que se conocieron. Habían pasado varios años desde entonces pero su amor por ella jamás disminuyó ni un poquito, al contrario, cada día que pasaba se enamoraba aún más de esa dulce, bondadosa e ingenua dama.

—¡Los encontré!

Sanemi pestañó aturdido saliendo de su trance al escuchar a T/N, la miró con atención notando que tenía algo entre sus manos, aparentemente unas dos carpetas.

—¿Listo?

—Sip. —contestó cerrando una gaveta y caminando hacía él levantó las carpetas para enseñárselas. —aquí esta todo, solo tengo que ir a una agencia inmobiliaria para solicitar ayuda, lo bueno es que este departamento es mío así que no habrán problemas por firmas o permisos de mí estúpido ex esposo.

Río al escucharla, tan testaruda como siempre.

Ladeó la cabeza e hizo una mueca cuando cayó en cuenta de algo.

Cry for me | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora