𝐈𝐈

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Caminaba con apuro soltando miles de maldiciones por lo bajo, sentía que en cualquier momento podría morir de la vergüenza al recordar lo que había sucedido hace tan solo unas horas atrás. Mataría al idiota de su mejor amigo, estaba segura de ello.

Tragó grueso al recordar el intenso color violeta de sus ojos, no había duda, tenía que ser él... Habían pasado tantos años de lo sucedido, pero parecía que el tiempo no había eliminado por completo sentimientos indeseados.

Pulso el botón del elevador varias veces con desesperación, estaba tardando demasiado. Una vez las puertas se abrieron se adentro a la reducida cabina y nuevamente ejerció fuerza sobre el botón con el número 8. Movía con nerviosismo su pierna derecha, provocando que el pequeño tacón de su zapato creara ese característico sonido de pisadas rápidas.

Las puertas se abrieron, había llegado a su destino. Salió del elevador y caminó a paso apresurado por el pasillo, se detuvo enfrente de una puerta de color roja con acabados dorados que le brindaban suma elegancia. Desesperada tocó repetidas veces la madera, hasta que por fin, fue abierta.

-¿T/N? -pestañó confundida.- ¿Ocurrió algo malo? ¿Estás bien? Pasa, pasa. -se hizo a un lado cediendole el espacio suficiente para que entrara.

-Gracias Hinatsuru, lamento si te incómodo al venir tan repentinamente. -bajó la mirada apenada.

-Descuida no hay ningún problema, por cierto ¿Ya desayunaste? Estamos haciendo algo de comer, ven y acompañanos.

Movió su cabeza en señal a qué le siguiera el paso y así lo hizo, caminando en sincronía hacía la cocina. Makio y Suma estaban terminando de hacer unas tostadas y jugo, pero al escuchar los pasos acercarse dejaron todo a un lado pensando que se trataba sobre su esposo, entreabrieron los labios sorprendidas al ver a la T/C caminar a espaldas de Hinatsuru, tenía la cabeza agachada como si de un perrito regañado se tratase. Se conocían desde la secundaria por cual no tardaron en descifrar que algo no estaba bien.

Cruzaron miradas preocupadas y se acercaron hasta ellas, dándole un abrazo.

-¿Estás bien T/N? -preguntó al separarse.- Te veo muy decaída.

-Makio tiene razón. -apoyo Suma.- ¿Ocurrió algo con nuestro cuñado? ¿Pelearon?

Negó con la cabeza soltando un fuerte suspiro mientras intentaba aguantar las inmensas ganas de llorar, quería desahogarse con alguien, pero no era muy normal encontrarte con una persona al estar vestida con prendas por completo reveladoras. Le avergonzaba contar tal aberración.

-Creo que hice algo muy malo...

-Te oímos. -apoyó Hinatsuru colocando una mano en su hombro, Makio y Suma asintieron con la cabeza.

Sonrió con pesar y asintio. Justamente cuando entreabrio los labios con la intención de comentarles lo sucedido, un fuerte golpe se oyó por todo el departamento, logrado que dieran un salto del susto.

-¡Las tres, vengan acá! -Tengen se había despertado y aparentemente de mal humor.- ¡Carajo, yo quería hacer un mañanero!

Los pasos apresurados del albino resonaron por todo el lugar, al llegar a la puerta de la cocina abrió la misma de un solo golpe.

-¡Yo- -cerró los labios y pestañó confundido cuando divisó a T/N.- usualmente me alegraría verte y te saludaría, pero esta vez es la excepción. Tu tienes tu marido, anda con él, quiero tener un momento con mis chicas.

Las tres lo reprendieron con la mirada, soltó un quejido al notar que no estaban de humor.

-¿Es sobre algún chisme? -asintio con la cabeza.- ¡Jesucristo, T/N! ¡¿Por qué no lo dijiste antes?! ¡Espérame y me lo cuentas a mi también!

Cry for me | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora