Capítulo 7 No hagas nada bueno que parezca malo

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Me encuentro en un aprieto, mi explicación no fue suficiente para convencer al guardia Uchiha, que nunca fue mi intención robar el haori. Fue una estupidez y curiosidad de sentir la tela suave en mi piel. Nunca pasó por mi cabeza robar, de hecho nunca he robado nada en toda mi vida y no pienso hacerlo. Las personas juzgan a los gitanos por las acciones de los malos gitanos. En todos los clanes hay personas malas, pero si hay un gitano malo todos lo somos. Tristemente esa es la realidad, por ello mis palabras no tienen valor en este momento. Mi tío es capaz de golpearme, mi malvada tía es capaz de pedir a su esposo que me dé un severo castigo, mi prima tendrá algo de que hablar y echar en cara por el resto de su vida, y el resto del clan Jipushī me verá con ojos de desprecio y desconfianza.

Mi reputación está por arruinarse si no explico que nunca fue mi intención robar. Pero no sé cómo hacerlo, si este hombre no me baja de ratera, no quiero pensar lo que dirá su líder, quien una vez fue mi salvador.

Conforme me lleva con brusquedad hacia fuera de los árboles que cubren un poco el campamento Uchiha, intento explicar que no soy lo que piensa. El ninja no escucha y jala de mi brazo con más brusquedad. No hay manera de que escuche a un gitano.

Cuando dejamos atrás los árboles, el grupo de Uchiha alrededor de la fogata voltean rápidamente hacia con nosotros. Ponen una mueca de impresión y otros de curiosidad. Pero al ver que llevo puesto el haori uno de ellos se incorpora del tronco y hace un comentario cruel.

—Ya cayó la primera rata, una sucia gitana —tras su desagradable comentario soltó una carcajada burlesca. Los demás van formando una media sonrisa burlona.

Cada paso que doy hacia adelante con brusquedad comienzo a sentir pánico. Quiero zafar mi brazo y correr. Lo que tenga que decir no servirá de nada. ¡Ayuda, no quiero ser juzgada por algo que nunca haría!

Nos entramos a los campamentos, aún hay personas fuera de sus tiendas a esta hora de la madrugada. Ellos me ven como los demás con cierto desprecio y burla. Volteó hacia atrás como si por ello fuera a llamar a mi tío que ponga sus manos al fuego por mí. En este momento no me importa que después me golpee, siento vergüenza volver a ver a Madara bajo estas circunstancias.

Llegamos a una tienda más amplia que las demás. Creo que hemos llegado a la tienda del líder. Un shinobi custodia la puerta, y el que me lleva hace una señal con la cabeza. No obstante, el hombre enfrente de nosotros nos detiene.

—Madara-sama, está ocupado con Mameha. Lleva a esta —barre mis pies hasta mi cabeza con la vista — a la tienda de reuniones.

El Uchiha que me tiene capturando asiente con la cabeza y da un paso hacia atrás para llevarme a otra parte. Sin embargo, una voz de hombre emerge desde el interior de la tienda. Pronto reconozco la voz, se trata de Madara.

Estamos por ingresar. Los latidos de mi corazón se han alterado. Miedo, desesperación, se convierte en nerviosismo. La temperatura de mi cuerpo baja y sube. Si esto sigue así probablemente vomite por la entrada.

Al interior de la tienda hay poca luz y muebles refinados. En el piso hay una alfombra color vino, así que me veo forzada a remover mi calzado con rapidez mientras jalan mi cuerpo hacia la izquierda. No quiero voltear a ver a mi salvador y la otra persona con la que se encuentra.

—Madara-sama, lamento la molestia a esta hora, pero he venido a mostrarle a esta mujer, que acabo de encontrar robando un haori de una de nuestras queridas mujeres.

Antes de arruinar mi imagen, el guardia muestra una reverencia respetuosa a su líder y terminó con una pierna doblada hacia atrás en el suelo y la otra doblada hacia adelante, un brazo apoyado contra la pierna doblada y el otro tocando el suelo con el puño, y por último la cabeza agachada. Mientras el hombre hacía ello me obligó a ponerme de rodillas con mi cabeza agachada.

Pétalos De Sangre (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora