La cara del hombre era totalmente de asombro, pues aunque esa posible idea había pasado por su cabeza, no pensó que fuera cierto.
— ¿De... de Victoriano? ¿Victoriano Santos? - preguntó aún incrédulo.
— Así es y sé que te preguntarás cómo pasó todo, pero es que no sé ni por dónde empezar. - sollozó bajando la cabeza.
— No hagas eso, Inés, no bajes la cabeza ante nadie. - dijo tomando su cara entre sus manos para que lo mirara. — Todo esto me tiene muy desconcertado, no te lo voy a negar, pero no tienes porqué darme ninguna de explicación. Ahora, si lo que quieres es desahogarte, aquí estoy para escucharte el tiempo que quieras, preciosa. - le hizo saber con voz suave.
— Pero quiero hacerlo... te considero mi amigo, el único que he tenido en años, Arturo. - se abrazó a él. — Y quizá suene egoísta, pero no quiero que Victoriano se entere de esto, si es necesario irme de Las Dianas, lo haré. - dijo decidida.
— Y yo te apoyo en todo lo que tú decidas, sabes que aquí siempre estaré para lo que necesites, Inés. Te quiero. - expuso sin darse cuenta de lo que decía y ella algo aturdida alzó la cabeza y le miró.
— ¿Me quieres? - objetó con el ceño fruncido y él apartó la mirada sin saber qué decir.
— Yo... este... sí, sí te quiero, Inés. - admitió luego de unos interminables segundos, los cuales para la morena fueron eternos.
— Arturo, tú sabes que... - él posó su dedo índice en los labios femeninos.
— No digas nada, sé muy bien que amas a Victoriano y yo jamás podré competir con él y aunque me duela, tengo que aceptarlo. - soltó un suspiro cargado de frustración. Inés tomó su rostro e hizo que volviera a mirarla.
— Créeme que si pudiera ordenarle a mi corazón que lo olvidara y que se enamorara de ti, lo haría, pero en el corazón no se manda y no puedo hacer nada respecto a eso. - ahora fue ella quién suspiró y se hizo a un lado levantándose del sofá. — Creo que es mejor que me vaya...
— No te estoy reclamando nada, bonita, no quisiera que pienses eso, porque no es así. Sólo quería que lo supieras, es todo. - él la imitó y tomó sus manos. — Por lo menos permíteme llevarte. - propuso y al ver que quería protestar, la interrumpió. — Pero nada, no voy a dejar que te regreses sola a la hacienda.
— Está bien, vamos. - accedió tomando su bolso para después salir de allí junto con él.
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•Hacienda "Las Dianas".
Victoriano se encontraba en su recámara cuándo ésta se abrió dando paso a Déborah, quién entró como si nada hubiese pasado entre ellos unas horas antes.
— Vaya, no pensé que volverías. - comentó quitándose los lentes y luego se acomodó en el sillón.
— ¿Y permitir que la maldita de Inés se quede con todo lo que le corresponde a nuestro hijo? - bufó arqueando una ceja. — No, vidita , eso no pasará jamás.
— Déborah, de verdad estoy harto de esta situación. No te amo, la verdad es que nunca lo he hecho y tú tampoco, así que no entiendo porque insistes en que sigamos juntos y haciéndonos daño.
— ¿Y me lo dices así? ¿Tan descaradamente? - sollozó "indignada" y se acercó a él. — Por supuesto que yo te amo, más que a mi vida y la muestra de eso es que estoy esperando un hijo tuyo. - se victimizó llorando y abrazándose a sí misma.
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Mi primer y unico amor.
FanfictionInés y Victoriano, tendrán que pasar muchos obstáculos para poder vivir su amor libremente y ser felices por siempre.