Capítulo 15

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Por más que ella gritara, por más que suplicaba que la dejara, no lo hizo, siguió, no sé detuvo y rompió sin contemplación alguna su blusa de un solo tirón. — ¡No, Loreto, déjame, no me hagas daño, por favor! - pidió con el rostro bañado en lágrimas.

— ¿Daño? No, mi amor, pero si la vamos a pasar de lo más bien. - bajó hasta su escote. Ella trató de quitárselo de encima suyo, pero no pudo.

— Estate quieta, mujer! - exigió con furia.

— No lo haré, ya déjame.. - volvió a pedir.

— ¡Ya he dicho que no, chula y es mejor que cooperes!

— Que te quede claro una cosa, Loreto, podrás obtener mi cuerpo, pero nunca mi corazón y mi alma. - dijo entre lágrimas.

— ¿Y todo por el imbécil de Victoriano, no? - furioso. — Pues al menos yo si tendré al satisfacción de que te hice mía una vez más. - besaba su cuello.

— Que mal estás, Loreto - negó. — ¿Qué no entiendes que te aborrezco, qué te odio con todas mis fuerzas? - cuestionó mientras forcejeaba con él.

— ¿Por qué, Inés? ¿por qué nunca pudiste amarme a mí? - reclamó con enfado.

— ¿Y tú lo preguntas? La respuesta es simple, Loreto, yo nunca podría amar a alguien como tú, a un ser ruin y despreciable, a un ser que no le importa en lo más mínimo el sufrimiento del otro aunque él sea el que lo haya ocasionado, a un ser que hace lo que sea para salirse con la suya al precio que sea sin importarle dañar a alguien, a un ser que no mide las consecuencias de sus actos, a un ser que no siente piedad ni compasión por nadie... yo nunca podría amar a un hombre sin corazón, a un hombre insensible y deshonesto, a un hombre con el alma totalmente podrida y que está llena de tanto odio de tanto rencor. - expresó con sinceridad mientras lo miraba a los ojos - Yo nunca podré amar a alguien como tú.

Enojado y frustrado por lo que acaba de oír, sus ojos se tornaron oscuros, la apretó con mucha fuerza y arrancó su sostén de un sólo tirón. - Así que eso es lo piensas de mí, pues te daré más motivos para que me sigas despreciando. - atacó su cuello con ahínco mientras ella gritaba y luchaba por zafarse, pero no lo logró, no pudo.

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Despertó agitada y con la frente empapada en sudor, su pecho subía y bajaba con rapidez; se dirigió al balcón a pensar y a tratar de calmarse; lloraba amargamente y en silencio pues no quería despertar ni asustar a nadie.

Pasaba por allí y al escuchar algunos quejidos proveniente de esa habitación lo preocupó, así que sin hacer ruido entró, cerró tras él con cuidado y se atrevió acercarse a pasos un tanto apresurados a la mujer que desde la ventana lloraba entre las penumbras de esa habitación. - Inés, ¿qué es lo qué te tiene así, por qué lloras? - cuestionó él una vez que la estrechó desde atrás entre sus brazos.

Ella se sobresaltó al oírlo, pues no esperaba que él estuviera allí y se deshizo de su abrazo. — ¿Desde hace cuánto estás aquí, Victoriano? - preguntó con la voz media quebrada mientras se limpiaba el rostro.

— Acabo de entrar, pero no me cambies el tema, no me has dicho qué te sucede, Inés.

— No tengo nada, estoy perfectamente.

— No sé porque, pero no te creo ni una sola palabra, te conozco, Inés y sé que algo te pasa.

— Son muy tus problemas si no me quieres creer, Victoriano, y te voy a pedir encarecidamente que salgas de aquí. - dijo bastante seria.

Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora