Capítulo 31

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Los días empezaron a pasar y con ellos, las semanas al igual que los meses. Sin duda, habían sido de locos, pero gracias a Dios, que ya todo estaba tomando su rumbo. Luego de que Déborah perdiera a su bebé, Victoriano por sentirse culpable de dicho suceso, la acogió en su casa hasta que se recuperara. Le había dolido en el alma que aquel ser que no tenía la culpa de nada, pagara por las malas decisiones de su madre, ahora sumándole a ese sufrimiento, otro más cuando Inés por fin decidió marcharse de la hacienda con su hijo Emiliano. Ahora se encontraba en su despacho recordando aquella noche con un vaso de tequila en sus manos.

Flashback.

La morena después de empacar sus cosas y explicarle algunas cosas a su hijo, tomó la decisión de irse a hacerle frente a Victoriano. Necesitaba acabar con esa agonía y cortar lazos de una vez por todas. Tocó la puerta de su despacho nerviosamente y cuando él di la autorización, ella entró a este y cerró detrás de ella.

— Victoriano, que bueno que te encuentro. Necesito hablar contigo. - manifestó sin rodeos, pero sobaba sus manos en señal de nerviosismo. El hombre miró aquel gesto que tanto conocía y se puso de pie para ir hasta ella.

— ¿Qué pasa, mujer? ¿Estás bien? - indagó serenamente y posó sus manos en los hombros femeninos.

— Sí, sí, estoy bien, sólo que... - tomó aire y luego de soltarlo, habló. — Victoriano, vine a despedirme, esta misma noche me voy de la Hacienda junto con Emiliano. - expresó sin más. Le dolía muchísimo decirle eso en esos momentos, pero era lo que ella necesitaba.

Fin del flashback.

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En un pequeño departamento pero bonito y bien acogedor, se encontraba Inés adornando el cuarto de su futuro bebé, para este entonces ya tenía aproximadamente cinco meses. Le hacía tanta ilusión aquella espera, que se pasaba horas y horas hablándole a su pequeña criatura.

Unas semanas atrás le había dado la noticia su hijo y aunque en un principio el muchacho se mostró neutro y sorprendido, la felicitó y se puso contento porque pronto tendría un hermanito o hermanita. Ella por su parte, había determinado no decirle quién era el padre de su bebé, prefirió reservárselo hasta nuevo aviso.

El timbre sonó un par de veces, así que con cuidado salió del cuarto y fue abrir, así que una vez que lo hizo, una sonrisa se asomó en su rostro al ver de quién se trataba.

¡Arturo! - exclamó contenta de verle. — Pero que gusto, pasa por favor. ¿Cuándo llegaste? - indagó mientras se acercó para abrazarlo.

¡Bonita! Créeme que el gusto es todo mío, he y respondiendo a tu pregunta, llegué apenas unas horas y lo primero que hice, fue venir a verlas y saber cómo estaban. - le hizo saber con una sonrisa y acarició el pequeño pero ya muy abultado vientre de ella. Cabe destacar, que él juraba que iba a ser niña.

Estamos bien, muy bien a decir verdad. Pero por favor, ven y no te quedes ahí. - tomó su mano para hacerlo pasar y luego cerrar la puerta. — Dime, ¿quieres algo de tomar? ¿Jugo, café, agua?

No no, muchas gracias, bonita, ahorita mismo no quiero nada, sólo saber cómo realmente estás. - dijo mirándole y ella supo perfectamente a lo que se refería.

Pues, ya sabes, pero es mejor así. Yo ya no podía seguir un minuto más en esa casa y aunque lo lamento mucho por mis niñas, no pienso volver ni de visita, al menos no por ahora.

Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora