En otra parte de la ciudad...
— ¿Qué le parece mi trato? - preguntó una vez que terminó de hablar.
— Totalmente ruin, cómo tú. - espetó entre dientes. — No pienso aceptar, eso jamás.
— Piénselo bien, no le conviene que le vaya a ofrecer a Victoriano la única prueba que la involucra a usted.
— ¡Eres perverso! - exclamó molesta.
— No más que usted, créame. ¿Va a aceptar o no? - volvió a cuestionar.
— suspiró con fuerza y dijo- Está bien, tú ganas. Acepto, pero con una condición. - añadió.
— ¿Cuál? - quiso él saber inquieto.
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-— Estoy esperando tu respuesta, vamos. - la incitó a hablar.
— Papá yo... - no supo que decir.
— Es mejor que la deje descansar, todo este asunto la tiene alterada y no sabe lo que dice. - comentó Inés a un costado.
— Necesito que me aclare... - se vio interrumpido.
— Don Victoriano, por favor... - pidió calmada.
— Está bien, pero esta conversación no termina aquí. - dijo para después salir dando un portazo.
— Mi niña... - se ubicó a su lado y la abrazó, la joven estaba llorando parada a unos metros de ella. — Te prometo que todo estará bien, mi amor. - comentó y besó su cabeza.
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Por otro lado, Cassandra y Constanza, recién llegaban a la casa, ésta última subió corriendo las escaleras, mientras que la segunda de los Santos se encaminó al despacho para hablar con su papá.
— Hola, pa.- saludó la muchacha después de entrar y acercarse a él. — ¿Estás ocupado?
— Hola, hija. - medio sonrió. — Para nada, sólo leía unos papeles, ¿por qué?
— Bueno, es que.. es que necesito hablar contigo.
— Claro, hija, ¿de qué se trata? - quiso saber.
— Ya tengo trabajo. - soltó sin más.
— ¿Qué dijiste? - se puso de pie de inmediato.
— Eso que acabas de escuchar.
— Pero... ¿cómo es posible? Cassandra, te dejé muy en claro que no quería que lo hicieras. Para algo estoy trabajando, para que a ustedes no les falte nada.
— ¿Y para qué crees que estudié? Papá, ya no estamos en el ciclo pasado, además, necesito ejercer mi carrera, ni modo que sea una mantenía de por vida. - agregó algo molesta.
— Cómo sea, te vas despidiendo de ese trabajo pero ya. - exigió.
— ¡Pues no! Lamento decirte que no lo voy a hacer, ya no soy una niña, papá y puedo tomar mis propias decisiones. Además, no le voy a dejar tirado el proyecto al arquitecto Mendoza. — dijo firme.
— ¿Mendoza has dicho? - le miró con sorpresa.
— Sí, Eduardo Mendoza es mi jefe, papá. - confesó la chica.
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Mi primer y unico amor.
FanfictionInés y Victoriano, tendrán que pasar muchos obstáculos para poder vivir su amor libremente y ser felices por siempre.