Capítulo 19

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En otra parte de la ciudad...

¿Qué le parece mi trato? - preguntó una vez que terminó de hablar.

Totalmente ruin, cómo tú. - espetó entre dientes. — No pienso aceptar, eso jamás.

— Piénselo bien, no le conviene que le vaya a ofrecer a Victoriano la única prueba que la involucra a usted.

— ¡Eres perverso! - exclamó molesta.

No más que usted, créame. ¿Va a aceptar o no? - volvió a cuestionar.

— suspiró con fuerza y dijo- Está bien, tú ganas. Acepto, pero con una condición. - añadió.

¿Cuál? - quiso él saber inquieto.

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Estoy esperando tu respuesta, vamos. - la incitó a hablar.

Papá yo... - no supo que decir.

Es mejor que la deje descansar, todo este asunto la tiene alterada y no sabe lo que dice. - comentó Inés a un costado.

Necesito que me aclare... - se vio interrumpido.

Don Victoriano, por favor... - pidió calmada.

Está bien, pero esta conversación no termina aquí. - dijo para después salir dando un portazo.

Mi niña... - se ubicó a su lado y la abrazó, la joven estaba llorando parada a unos metros de ella. — Te prometo que todo estará bien, mi amor. - comentó y besó su cabeza.

++

Por otro lado, Cassandra y Constanza, recién llegaban a la casa, ésta última subió corriendo las escaleras, mientras que la segunda de los Santos se encaminó al despacho para hablar con su papá.

Hola, pa.- saludó la muchacha después de entrar y acercarse a él. — ¿Estás ocupado?

Hola, hija. - medio sonrió. — Para nada, sólo leía unos papeles, ¿por qué?

— Bueno, es que.. es que necesito hablar contigo.

— Claro, hija, ¿de qué se trata? - quiso saber.

Ya tengo trabajo. - soltó sin más.

¿Qué dijiste? - se puso de pie de inmediato.

Eso que acabas de escuchar.

— Pero... ¿cómo es posible? Cassandra, te dejé muy en claro que no quería que lo hicieras. Para algo estoy trabajando, para que a ustedes no les falte nada.

— ¿Y para qué crees que estudié? Papá, ya no estamos en el ciclo pasado, además, necesito ejercer mi carrera, ni modo que sea una mantenía de por vida. - agregó algo molesta.

Cómo sea, te vas despidiendo de ese trabajo pero ya. - exigió.

¡Pues no! Lamento decirte que no lo voy a hacer, ya no soy una niña, papá y puedo tomar mis propias decisiones. Además, no le voy a dejar tirado el proyecto al arquitecto Mendoza. — dijo firme.

¿Mendoza has dicho? - le miró con sorpresa.

Sí, Eduardo Mendoza es mi jefe, papá. - confesó la chica.

Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora