Capítulo 16

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Habían pasado ya varias semanas desde aquella pequeña discusión entre padre e hija; Diana no se daría por vencida tan fácilmente y haría hasta lo imposible por demostrarle a su padre quién es en realidad su esposa.

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Llegó a casa en eso de las seis de la tarde, al entrar dejó su portafolios encima de la mesita del vestíbulo y se dirigió al despacho, la casa estaría sola hasta el día siguiente, Déborah había salido de viaje por dos días y sus hijas sólo por uno, así que se encerró allí, se puso a trabajar y mientras firmaba unos papeles un recuerdo sé coló en su mente.

<<<Flash back>>>

Cuánto te amo, Inés, no sabes las ganas que ya tengo en que nos casemos, mi morenita.

Yo también ya quiero que llegue ese día, mi amor, seré la mujer más feliz del mundo. — le sonrió con amor.

Y yo el hombre más afortunado, mi cielo. — la miró con devoción. — Eres tan hermosa. — comentó mientras acariciaba su mejilla.

No me digas esas cosas. — sus mejillas se tornaron rojas por su cumplido.

— No digo nada más que la verdad, mi vida. — dijo sincero.

Pero, me haces sonrojar. — apenada.

— Lo sé, por eso lo hago. — divertido.

¡Eres un pesado! — golpeó su hombro y él soltó una carcajada.

— Eres más guapa cuando te enojas. — no paraba de reír.

¡Yaaaa! — parecía un tomatito de lo roja que estaba su carita.

Está bien, está bien. — agregó con jocosidad y después la besó con amor.

<<<Fin del flash back.>>>

— Que felices éramos en aquél entonces, Inés. — soltó un suspiro. — Daría hasta lo que no tengo por volver aquellos años, pero lamentablemente eso no se puede. — echó su silla hacia atrás y cerró los ojos por un momento.
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Cada vez se sentía peor, su periodo tenía un retraso, abrió la boca con asombro al caer en cuenta, hizo cálculos desde la última vez, no.. no, se negaba a creerlo, ella no podía estar.. no, no, seguro estaba equivocada. Hoy saldría de dudas, así que salió de su recámara y fue al cuarto de una de las empleadas. — Jacinta, Jacinta. — tocó un par de veces la puerta y nada, al ver que no salía nadie, recordó que hoy era el día libre de todos, se maldijo mentalmente y se dirigió a la sala, en eso vio las luces del despacho encendidas y tocó.

— Adelante. — sé escuchó del otro lado de la puerta y ella entró.

— Buenas noches, don Victoriano.

— Buenas noches, Inés, ¿qué sucede? — preguntó al acomodarse mejor en su silla y juntar sus manos sobre el escritorio.

— Nada, señor, sólo venía a informarle que no hay nadie en la casa, ya que hoy es el día libre de todos los empleados, y que si se le ofrece algo de cenar.

— No, Inés, muchas gracias, puedes irte a descansar. — comentó tranquilo.

De acuerdo, señor, si necesita algo, estaré en mi recámara, con permiso. — dio media vuelta y se marchó, él por su lado prefirió quedarse un rato más.

Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora