Capítulo 21

1.4K 85 18
                                    

En otro lugar.
-
-
-
-

Mi amor, te extrañé mucho. - expresó la joven colgándose de su cuello.

Y yo a ti, mi vida. - comentó el galeno posando una de sus manos en la cintura femenina y colocando la otra en el rostro de la muchacha. — Te tengo una sorpresa, ¿sabes?

— ¿Ah sí? ¿De qué se trata? - quiso ella saber.

Sí te lo digo, ya no sería sorpresa, así que anda, vamos.

— Pero, mi amor... - volvió a insistir.

Pero mi amor, nada, así que vamos. - tomó su mano y la condujo hacia la salida.

-
-
-
-
Parque.

Así es... ¿te sorprende verme por aquí?

— ¿Qué haces aquí? ¿Estás siguiéndome? ‐ preguntó alejándose un poco.

Tú lo has dicho. - afirmó. — Quería comprobar con mis propios ojos, que ese tipo no te hiciera nada.

– ¿Has terminado de enloquecer? Yo no necesito que me estés cuidando, puedo cuidarme yo solita - iba a irse pero él la detuvo.

— Lo sé, pero quería asegurarme que ibas a estar bien. Ahora vamos, daremos un paseo.  - Antes de que ella pudiera decir algo,  Victoriano la subió a su camioneta.

— ¿Dónde vamos? - preguntó luego de un rato.

— Ya lo verás. - comentó. — Ahora dime, ¿de qué tanto hablaste con ese tipo?

— Ese no es asunto tuyo. - le dijo sin mirarlo.

— No colmes mi paciencia. - le miró unos segundos. — Anda, dime. - volvió a insistir.

— Estábamos hablando de trivialidades ¿contento?

— No te creo, se venían muy acaramelados. - exageró.

— ¿Y eso a tí qué? Si lo hubiera besado ahí es MUY mi problema. - perdiendo la paciencia. — Además, soy una mujer libre, Victoriano, li-bre.

Aquello lo enfureció y frenó de golpe. — Eso no es verdad, tú eres mía y de nadie más. - la tomó de los brazos y la besó.

Inés casi desfallece al sentir sus labios sobre los suyos pero recordó todas aquellas palabras horribles que él le había dicho y enfureció, lo empujó con todas sus fuerzas y con esa misma fuerza le dio una cachetada.

— ¡No vuelvas a tocarme! ¡Yo no soy tu juguete, Victoriano! - le gritó.

— Su rostro estaba estupefacto y después de unos segundos en dónde intentó relajarse, dijo. — Voy anotando todas las cachetadas que has dado, porque créeme, en algún momento me las voy a cobrar. - advirtió, encendió el auto de nuevo y lo puso en marcha.

— ¿A qué te refieres? - preguntó con seriedad mientras se removió incómoda en su asiento.

Eso no lo sabrás por el momento.

Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora