Capítulo 24

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— Perdónenme... - pidió la morena totalmente apenada.

— No te preocupes nana, tú no tienes la culpa de que mi papá se crea tan importante. - le dijo Connie. — Me quedaré contigo y no hay más que discutir.

— Yo también quisiera quedarme, pero suficientes problemas hay como para que yo provoque uno más. Me alegra saber que estás bien, nana... llamaré a Diana para contarle que estás bien y que te estás quedando aquí, por lo pronto me voy, ahora que sé que te encuentras bien, puedo irme en paz. - comentó Cass tomando sus manos.

— Ay mis niñas, no saben cuanto las amo. - expresó ella con tanta seguridad. — Puedes irte tranquila, mi amor, cómo ya sabes tú hermana se quedará conmigo así que no tienes de qué preocuparte.

Cassandra se fue dejando a su nana y su hermana menor solas.

— ¿Nos tomamos un café? - preguntó Connie con una sonrisa.

Sí, mi niña, vamos a la cocina y mientras lo preparo platicamos.

Entraron a la casita. Mientras Inés preparaba todo Constanza se sentó a un lado para no molestar y le habló.

— ¿Cómo haces para soportar a mi Daddy? - dijo de pronto. — O sea, lo amo, nana, pero no podemos dejar de decir que es un... ¿imprudente? ¿Controlador?... en fin.

Un suspiro salió de su boca. — Todo es cuestión de tiempo y de paciencia, mi amor. Además, todo lo que su padre hace por ustedes es por su bien, porque las ama y no quiere que nada malo les pase. - justificó.

— Equivocarse es parte de la vida nana. Todos tenemos derecho a hacerlo para aprender de nuestros errores... Ni metiéndome en una burbuja de cristal va poder evitarlo, pero es tan terco... Solo quisiera que le de una oportunidad a Emiliano o a quién yo decida amar ‐ suspiró. — Pero parece que nunca lo va aceptar.

— Tienes razón, pero ya ves cómo es, él nunca va a cambiar, pero lo que sí puedes hacer es demostrarle que pase lo que pase, siempre vas a lograr todo lo que te propongas en esta vida, mi vida. No dejes que nadie apague tu luz. - comentó mientras buscaba dos tazas para servir el café. — Además, qué más quisiera yo que él lo hiciera, que se diera cuenta de que Emiliano es un buen muchacho. Y no lo digo porque sea mi hijo, pero es la verdad.

— Y todos lo sabemos, nana, incluso él lo sabe pero está tan cegado... ¿por qué lo odia tanto nana? Emiliano jamás ha hecho nada, incluso ha intentado de todas las maneras agradarle, pero mi papá siempre busca lo malo en él.

— Eso es algo que en su momento vas a saber, no puedo decirte nada por ahora, pero te prometo que más adelante lo haré. - prometió para después apagar la estufa, tomar la greca y servir el líquido caliente en ambas tazas.

— A veces siento que ustedes esconden muchas cosas... pero cambiando de tema - tomó la raza humeante entre sus manos. — ¿De verdad piensas vivir aquí?

— Sí. - afirmó mientras se sentaba. — ¿Te sorprende mi decisión, no es así?

— Mucho. Nunca te imaginé viviendo en un lugar diferente a la hacienda, pero supongo que lo entiendo. - sonrío.

— Créeme que me duele dejar a tus hermanas, pero es lo mejor..

— Lo sé, nanita. - se acercó para abrazarla. — Te quiero mucho. - Le dijo antes de plantarle un beso en la mejilla. Ella sólo sonrió y dio un sorbo casi obligatorio a su café.
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Mi primer y unico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora