❝Seo Changbin es el hijo mayor de una familia con gran renombre, decidido a encontrar el amor -o al menos con quien fingirlo- realiza una fiesta de antifaces en su hogar. ¿Qué pasaría si sus padres se enteran que cayó ante los encantos de un caballe...
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Todo su rostro se transformó en una mueca cuando el líquido transparente traspaso toda su garganta, sintió como este quemaba sus paredes y solo pudo emitir una clase de gruñido que sacó una risa del más alto de sus amigos.
—¿Tan débil eres para el trago? —burló.
Changbin abrió sus ojos topándose con una de las cejas enarcadas de su amigo y una sonrisa burlona en los labios ajenos.
—Oh cállate —se quejó, aún sentía su garganta arder—. No es como si tu fueras muy bueno tomando tampoco.
Hyunjin rio divertido antes de alzarse el shot de vodka que posaba en sus manos, el mayor no aguantó la carcajada cuando su amigo hizo una cantidad innumerable de gestos por haberse alzado aquel vasito.
—¿Tan débil eres para el trago? —remedó las palabras contrarias ganándose una mirada de reproche—. Ve tras tu niño de oro antes de que termine mal.
El menor frunció su ceño antes de voltear para ver lo que el peligris contemplaba, su rostro se transformó a uno de preocupación cuando notó como Jeongin se levantaba los mismos vasitos que él había tomado pero mucho más seguidos.
—Mierda —bufó—. ¿Dónde está Jisung para cuidarlo? —se quejó mientras se ponía en pie.
Changbin rio cuando este salía prácticamente corriendo por el espacio en el que se encontraba para llegar al pequeño quien parecía ya no poder caminar correctamente, suspiró cuando desvió su mirada hacía donde Lee se mantenía en pie, se notaba que observaba a Jisung sin pudor pero no se le acercaba al ver lo cercano que este se encontraba con el chico de hebras lilas.
—¡Juguemos!
Las miradas se posaron en el pequeño de pecas, el único que se había retirado su antifaz pues este no le dejaba tomar, tenía una sonrisa surcando sus labios mientras mantenía unas botellas en su mano.
—¿Cuántos años tienes? —la voz de Minho resonó en el lugar—. ¿Quince?
Félix chasqueó la lengua con molestia antes de voltear para mirar al mayor.
—Tengo veintiuno —dijo tranquilo—. ¿Tú cuántos años tienes? —arrugó su ceño—. ¿Sesenta?
Una sonrisa burlona se posó en sus labios cuando vio la indignación aparecer en el rostro ajeno.
—¿A qué quieres jugar? —la voz de Changbin rompió la tensión que ambos Lee habían creado—. Es decir, no es como si hubiera muchas cosas que hacer con una botella de trago —rio.
—¿Nunca has jugado verdad o reto? —aquella voz generó una extraña corriente por todo su cuerpo haciendo que voltee para ver al dueño de ella—. ¿O es que en el mundo de ustedes no hacían esas cosas?
